A-rrio(la) revuelto, ganancia de constructores

Vista la ronda de compromisos programáticos, todo indica que si hay un colectivo satisfecho con el nuevo gobierno, ellos son los promotores inmobiliarios. No han necesitado abrir la boca y ya les ponen en bandeja una política de vivienda protegida más lucrativa y una previsible contracción del mercado público de alquiler. ¿A qué se debe tanto regalito?

Para empezar, Arriola anuncia la posibilidad de edificar vivienda pública a precios más caros de los actuales y una nueva fórmula de pago en función de las rentas. Esto último no significa, evidentemente, que los más desprotegidos paguen menos, sino que las rentas medias salgan un poquito más torturadas. Se mire como se mire, quien gana es el promotor que ya venía contrayendo el mercado libre a la espera de mejores oportunidades. Ahora resulta que desde el gobierno se incentiva su participación en las promociones públicas a costa de hipotecar algo más a la muchachada. Resultado: volverán aquellos tiempos de esqueletos permanentes en las parcelas de promoción privada.

Esta nueva filosofía supone un giro radical sobre la política que los propios socialistas han impulsado durante una década en Álava. Usaron la cuestión de la carestía de la vivienda para satanizar a Cuerda, instrumentalizaron un pacto de Salburua-Zabalgana cuya base era saturar el mercado de viviendas a precio cercenado y, en cuanto la medida parece dar los primeros resultados satisfactorios, nos vienen con esto. Larga es la mano del promotor pero, la verdad, no pensaba que el nuevo consejero de vivienda fuera tentado en tan corto plazo.

Por otro lado tenemos el desmantelamiento de Bizigune.  Arriola lo anuncia en su comparecencia y luego lo salpimenta con la escandalosa filtración sobre un parque de pisos vacíos mantenido con dinero público. La intención manipulatoria salta a la vista. Se puede cuestionar de cabo a rabo el sistema de gestión de Bizigune pero no me parece justo arramplar con todo. La filosofía era y es la única viable: alquiler incentivado en doble vía, tanto al dueño como al inquilino, mano dura a la vivienda vacía y seguimiento de los beneficiarios del programa. Si Arriola se lo carga es porque parece que empezaba a hacer verdadera pupita al interés privado y al especulador agazapado.

Todo esto, tran grave, tan denunciable, ocupó cuatro páginas en los principales diarios locales. La adjudicación de una vivienda protegida a una parlamentaria ocupó diez veces más. Así nos va.