La discordia

Unai Aranzadi, en su artículo «Unidad del periodismo vasco» se refería hace días a que hoy, décimo aniversario del asesinato de López de Lacalle por ETA, todo el mundo se acordaría de él (….) y de José María Portell, también asesinado por ETA en 1978; y que poquitos tendrían en cuenta a otros dos asesinados, Josu Muguruza y Xabier Galdeano, ambos redactores de Egin (por cierto: ¿alguien sabe algo sobre su cierre, o sobre Teresa Toda y Javier Salutregi, subdirectora y director del diaro clausurado?).

Y no puedo olvidar, al hilo de la polémica que se ha suscitado sobre el Plan de Educación para la Paz que el PSE no apoyará el Plan de Víctimas de Gipuzkoa por la placa sobre la imposición de la bandera española, porque, y muy bien lo expone Iriondo en Gara, el plan «Convivencia Democrática y Deslegitimación de la Violencia», afirma en su página 5 que “su –del Plan- novedad singular y principio rector es la idea de que el no reconocimiento de las instituciones democráticas abre el camino a las posiciones totalitarias justificadoras de la violencia terrorista. Y estas instituciones democráticas no son genéricas, sino que se refiere, en especial, al Estado Constitucional”.

De ello se deduce que las matizaciones a realizar por lo representantes jeltzales dentro de la comisión conformado con miembros del PSE son muchas, y que, ante la posibilidad de que el futuro próximo nos depare cambios sustanciales en el panorama político/violento, la mejor opción sería la de dejar en remojo el citado Plan de Paz, para que, de sucederse los hechos que todos ansiamos, podamos hacer una reflexión conjunta de nuestra reciente historia, con todas las víctimas, con todos los estratos sociales, con todos los respresentantes políticos. Seguro que la fotografía resultante es bien distinta de la dibujada ahora, y seguro que más plural. Me repito, pero es que la realidad se impone.