¿Y ahora qué, PP?

Me dicen, pero Allah sabe más, que después de las pírricas victorias cosechadas por el PP en Andalucía y Asturias, al equipo de Rajoy no le quedan muchas ganas de embarcarse en una nueva, de incierto futuro, allá en el país de los bárbaros que moran entre el Ebro y el Cantábrico. Que no está nada claro que su representante entre tales gentes, un tal Antonio, vaya a conseguir superar ni en votos ni en escaños al otro emisario de los nacionalistas hispanos, cierto cuñado de un tal Melchor Gil, ni que ambos dos al alimón vayan a aguantar la marea abertzale, que esa es otra, aunque ya se verá luego lo que pasa y cómo se conforma el futuro Gobierno Vasco, que esa es la principal.

 

De momento, la consigna remitida desde la Moncloa parece ser “amagar mucho mas fuerte aún, pero sin dar”, como ha quedado claro en las declaraciones del susodicho Antonio respecto del antedicho Melchor. Se comenta asimismo que el tono de las declaraciones, en este y otros casos, irá subiendo de decibelios día a día mientras el mono aguante, y que incluso algún que otro diario que obtiene pingües beneficios del comercio carnal de las prostitutas se hará eco de las mismas, cosa que hasta el momento no sucedía. Porque una cosa es abandonar los delirios de grandeza sobre un posible sorpasso popular en territorio caristio, várdulo y autrigón, y dejar la llave del posible adelanto electoral en manos de los autodenominados socialistas y por añadidura vascos castreños, y otra bien diversa poner la cama.

 

Me dicen también, pero Allah todo lo sabe, que lo de Asturias es lo que es, pero que en Andalucía, donde ya se daba todo el pescado como vendido, los populares cometieron dos inmensos errores que han acabado, al parecer, por dejar a la Bética en manos de los de siempre: Uno, confiar la dirección de la campaña a alguien tan encantado de haberse conocido como es el campeón Arenas, experto en derrotas electorales en el ámbito andalusí y reconocido maestro en el arte de hacer amigos. Dos, sumergir al electorado andaluz en una marea de fastos y genuflexiones-cum-fellatio monárquicas por aquello del bicentenario de la Pepa, que han acabado por estomagar, y hacer girar bastante a la izquierda, a los sufridos votantes.

En conclusión, me acaban comentando mis fuentes habituales entre bordada y bordada y, más adelante, arribados ya, entre gin-tonic y gin-tonic (es lo que tiene la gauche divine de Neguri/Madrid), que el equipo electoral del cuñado de Melchor Gil está que se sale, porque saben ya fijo que su socio preferente, de adelantar las elecciones en la CAV, nada de nada y que serán ellos quienes corten el bacalao de la fecha electoral. Que aguantarán mientras los populares no den muy fuerte, que no van a hacerlo porque tienen tanto como ellos que perder, o más. Y que todo depende de las medidas económicas que vaya a presentar Rajoy en breve, intentando capitalizar el descontento sobre las mismas.

Así que, más de lo mismo, porque al parecer cunde el optimismo entre las filas de los autodenominados socialistas y por añadidura vascos castreños: ¡nada menos que ellos mismos, y no otros, van a decidir la fecha de las elecciones (anticipadas) en la CAV!