Aitziber Irigoras, alcaldesa de Durango
Este sábado que viene, el 31 de marzo, se cumplirán 75 años del terrible bombardeo fascista sobre Durango. Cientos de personas perdieron la vida en este acto de guerra premeditado con el objetivo de provocar terror en la población civil y sembrar entre los combatientes la sensación (tremenda, por otra parte) de que además de ellos, también sus familias, sus madres, sus esposas, sus hijos, podían morir. Nuestra Villa quedó destrozada, en ruinas, desierta.
El recuerdo de este hecho histórico ha permanecido de manera especial conmigo a lo largo de todo este año. Los durangarras y, en especial, los familiares directos de quienes fueron testigos del bombardeo, y que ya no están con nosotros, llevamos esta imagen con nosotros de manera permanente, pero este año nº 75 parece que remueve más nuestras entrañas. A mí, en concreto, me hace recordar con una mezcla extraña de cariño y tristeza cómo mi aitite aseguraba que el Euzko Gudariak había que cantarlo haciendo la señal de la victoria con los dedos de la mano. Toda una declaración de intenciones políticas de un sencillo gudari.
No soy la única que recuerda. Hace ya un tiempo que desde muchas instancias se viene realizando un esfuerzo por recuperar el pasado. Es una actividad noble y justa… si se hace desde la óptica correcta, claro está, porque también puede hacerse desde el revisionismo histórico para tratar de justificar aquello que uno quiere. Se puede, por ejemplo, tratar de reducir de tal manera la brutalidad franquista que los bombardeos de Durango o Gernika pasan a ser “ofensivas de guerra contra objetivos militares” o que la represión y el hambre que siguieron a la guerra fueron “consecuencias del conflicto”.
En el extremo contrario, también puede interpretarse todo ello en otra clave: las izquierdas y las derechas luchan en la península como prólogo de la gran pelea a nivel mundial. El resto, simplemente, sobra. He asistido estupefacta a actos en los que se veneraba la legalidad republicana y se recuperaba la dignidad de los perdedores en los que se obviaba todo lo demás. Los gudaris, simplemente, no existieron. Lo que no se menciona, no está en el mundo. ¿Por qué complicar esta visión de izquierdas y derechas con combatientes que lo hacían por una patria diferente a la republicana o a la franquista? Peor todavía, ¿por qué recordar a esos gudaris de EAJ-PNV que romperían ese esquema tan completo y que tanto nos gusta? Es mejor olvidarlos, no nos cuadran. El abertzalismo más moderno y más de izquierdas no puede permitirse no adjudicarse algún antepasado legítimo directo que sufriera guerra, persecución, dictadura, prisión, humillación, exilio, clandestinidad, muerte… y mucho menos que otros puedan legítimamente reclamarlo para sí. Por eso es mejor olvidarlos y asunto acabado. Solo existirán milicianos y sindicalistas entre los batallones republicanos vascos, nada de gudaris.
Pues bien, esta nieta de gudaris (de dos) de EAJ se siente plenamente legitimada para reclamar la memoria de los hombres que pelearon por su patria, por Euzkadi. Me siento legitimada porque me avala su sufrimiento en las trincheras, en el bombardeo de mi Municipio, en la cárcel, en el campo de concentración o en el batallón de trabajadores (de esclavos). Y también me legitima la dignidad y la fortaleza de tantas personas, hombres y mujeres, de EAJ que lucharon por sus ideales y padecieron todo tipo de penurias. Estoy orgullosa de ser parte de esta Historia, de la Historia de mi partido y de la historia de mi familia, de mi propia historia… y siempre canto el Euzko Gudariak con los dedos formando el signo de la victoria.
Eskerrik asko Aitziber, zure ta gudariarekin nago
txindoki
GORA EUSKADI ASKATUTA!!!!!!!!!!!!! LAISTER EDO BERANDUAGO LORTUKO DOGU GURE ABERRIA ASKATUTA IKUSTEA!!!!!!!!!!!
GORA GURE GUDARIAK!!!!!!!!!!!!!!!!!!!