Iñaki Anasagasti Olabeaga, Senador por Bizkaia de EAJ-PNV
José Manuel García Margallo es el actual ministro de Asuntos Exteriores. Madrileño, estudió en los jesuitas de Donosti y en la Universidad de Deusto y antes de recalar en Madrid fue profesor en la Facultad de Derecho de San Sebastián donde era inspector fiscal. Dice ser federalista europeo, monárquico, buen español y del extremo centro. Y siempre que me ve, me dice alguna perrería contra Sabino Arana. En 1988 viajamos a Guinea Ecuatorial y desde entonces mantengo una cierta relación personal basada en la ironía.
Como ministro de Asuntos Exteriores compareció en el Senado el 7 de marzo. Entre otras cosas anunció un hecho inquietante: “La Marca España, que será presentada el día 25 de abril, si Dios quiere, reposa sobre los siguientes ejes: la diplomacia económica; la diplomacia cultural -cuyo buque insignia será el Instituto Cervantes-; la diplomacia pública y la diplomacia al servicio de los ciudadanos, como piedra angular que sustente este edificio en el que se deberán integrar todos, absolutamente todos los activos, desde la Corona a las Fuerzas Armadas, que desarrollan, además de un servicio a favor de la estabilidad y de la paz, una labor humanitaria; el Servicio Exterior que cuenta con 118 embajadas bilaterales, 11 multilaterales, 300 consulados, 300 centros del Instituto Cervantes, oficinas técnicas de cooperación; nuestros cooperantes; nuestros deportistas; nuestros diseñadores y nuestras empresas, que desarrollan una labor en el exterior no solo la de crear empleo, sino de formación y educación, muchas veces superior a la de los Gobiernos de los países donde están establecidas”.
En la réplica le pregunté:
“Usted ha hablado de la marca España. Haciéndome eco de lo que ha dicho me gustaría saber qué España se va a consagrar: si la de los Reyes Católicos, la de La Oreja de Van Gogh o la de Dinamita pa’los Pollos. Es decir, simplificando mucho: ¿La España plural, la España autonómica, la España imperial, la España de siempre?”.
Ante la pregunta él me contestó:
“¿Qué España se va a encontrar usted en la marca España?. Pues la España constitucional. No hay más. Y la España constitucional es una España que se nutre de todas las Españas. En la imagen de España tiene usted la España imperial, que a usted parece no gustarle; tiene usted la Leyenda Negra; tiene usted la imagen romántica de Jorgito el inglés; tiene usted los resistentes en la guerra; tiene usted la España de la Transición, la España del 77 y la España que lleva treinta años haciéndolo francamente bien desde un punto de vista de imagen. Esa es la España que va a encontrar y en la España constitucional si se relee usted el artículo 2 verá que habla de la nación española y del derecho al autogobierno de las nacionalidades y regiones que la integran. España es diversa, no tengo la menor duda en este tema. Se va a encontrar usted una España que le va a gustar mucho: la España de Ortega, la España de Cambó, la España, en definitiva, de los que después de cuarenta años logramos una primavera de libertades en este país que, gracias a Dios, no se agostó”.
Ante su legítimo intento de potenciar la Marca España, le apunté que la nuestra es la Marca Euzkadi
“Respecto al tema de la marca, me parece muy bien la marca España. Usted tiene una visión de la España constitucional estupenda. También tenía una idea un poco rara respecto al concierto económico hace veinte años. Las cosas cambian, pero usted sabe que en esa ponencia constitucional nosotros no estuvimos”.
La marca España
Juan Diez Nicolás, catedrático de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, junto a un equipo de profesionales, lideró en los años del gobierno de Aznar, el proyecto “Marca España” que tenía, por objetivo coordinar distintas actuaciones públicas y privadas para transmitir a las Instituciones y empresas la importancia de tener una buena imagen de país así como para informar sobre cómo comunicar esa nueva realidad española. Por esta razón crearon una plataforma de trabajo para avanzar de una forma coordinada en la construcción de esa imagen que respondía a esa nueva realidad social, económica, política y cultural del país. Y todo esto apoyado por el Ministerio de Asuntos Exteriores, el Real Instituto Elcano y el Instituto Español de Comercio Exterior.
Lo curioso del caso es que aquella plataforma madrileña para impulsar la “Marca España” sólo contó con un vasco a la hora de su asesoramiento. Se trató de Jon Juaristi, el antiguo miembro de ETA, que se pasó al judaísmo y al nacionalismo español más beligerante contra el nacionalismo vasco y que en premio a su actitud fue nombrado, bajo el Gobierno Aznar, Director del Instituto Cervantes y de la Biblioteca Nacional, donde además de su desorganizada gestión y sus muchos gastos, sentó cátedra de una visión unilateral sobre la españolidad mucho más acorde a la España “Una, Grande y Libre” y la “Unidad de Destino en lo universal” del franquismo que del moderno estado de las autonomías de 1978. Ni que decir que esta plataforma en ningún momento se tomó el trabajo de escuchar a gentes representativas de Catalunya, Euzkadi y Galicia que podían discrepar de esa “Marca España” surgida en la Universidad Complutense de Madrid y regada con bendiciones y estipendios. A esa “Marca España” sólo le faltó el apelativo de Cañí, para explicar mejor sus objetivos. Hoy cuenta con un presupuesto de once millones de euros.
El resumen de su propuesta consistió en que la “Marca España” fuera un asunto de estado. ¿De qué estado? Del que ellos tenían en la cabeza y que se resume en una visión castellana y andaluza de la piel de toro.
La marca Euzkadi
Fue Sabino Arana quien en 1895 creó el neologismo EUZKADI. Existía el nombre de “Euskal Herria”, como “pueblo de los vascos” pero con una acepción más cultural y lingüística que sociológica y política. Existía asimismo el nombre de “Vasconia” y de “Provincias Vascongadas” pero estas denominaciones estaban enmarcadas en el contexto de lo español y por eso Arana, tras las dos derrotas carlistas y la abolición de los “Fueros del siglo XIX quiso denominar políticamente a lo vasco con un sonoro neologismo diciendo: “Euzkadi es la patria de los Vascos”. Y en esta frase no solo incluyó a Navarra sino a lo que hoy se denomina Iparralde es decir Laburdi, Zuberoa y Benabarre, bajo jurisdicción del estado francés. Siete en uno. O seis en uno. Lógicamente aquello alertó a la Villa y Corte y cuando Cánovas del Castillo preguntó por aquel tal Sabino del que se oía hablar le contestaron que era un loco sin importancia. “Ése no es un loco. Ése ve lejos” les contestó.
Y es que siempre hay en un día un punto cero en el que a un algo se le pone el nombre. Es el caso de España. “Tierra de conejos” (del fenicio SPN). Por lo visto habrían confundido a los conejos con un animal de su país llamado damán. O “Tierra del Norte”, también de origen fenicio (SPHAN) en caldeo y hebreo de donde derivaría por ejemplo el nombre de los judíos sefarditas que habitaban España. Otros dicen que proviene del hebreo Sephan “donde se pone el sol”. Curioso. Si el Euzkadi de Sabino Arana era el conjunto de “euzkos”, agregando el sufijo di o euzko que era cada tribu, cada familia de esa tribu, cada individuo de esa familia, España era la tierra de los conejos.
Como asimismo curioso es que en euskera la palabra España traducida al castellano signifique “labio”. En fin que España existe y unos la ven como la España Imperial, la España romántica o bajo el pesimismo del 98, o el franquismo, o la Transición o a través de la democracia consolidada. Estereotipos y clichés que cambian a lo largo del tiempo, de manera que en los últimos años se ha ido mejorando y reafirmando una nueva imagen de España, una España que a pesar de todo, como en los tiempos de Franco, sigue siendo muy centrada en sus cuatro tópicos. La “Marca España” sigue siendo en el exterior el flamenco, los toros y el sol. No la España autonómica, ni la España compuesta con cuatro lenguas. Lo que sí sé es que la “Marca España” no es una sardana, un aurresku, una muñeira, la Sagrada Familia o el Guggenheim. Sigue siendo la Cibeles, la Torre del Oro, un zapateado, una corrida de toros y el Sacromonte. La “Marca España” sigue siendo UNA, solo UNA y en ella no cabe la visión de un estado plurinacional con un Parlamento donde compiten mayorías y minorías, sino el campo de batalla de un jefe del gobierno y un jefe de la oposición, lógicamente de los partidos que “vertebran” España. Y eso no lo vertebra “la periferia”. Lo español es el PSOE y el PP, el rey, Madrid y el folclore que lo acompaña.
Que hagan su “Marca España”. Y que hagamos nuestra “Marca Euzkadi”.
«Dice ser federalista europeo, monárquico, buen español y del extremo centro.»
Traducido quiere decir que es nacionalista español hasta las cachas, y rotundamente de derechas; pero que al venir de «familia bien» ha viajado y visto mundo.
Y es que como decía José Antonio: «ni izquierdas ni derechas, el yugo y las flechas». O sea.
Aunque la mona se vista de seda mona se queda…mucho querrán aparentar los herederos de Franco, van de demócratas y tal pero lo único que son es eso, herederos de un dictador…dan ganas de vomitar…
Yo, encantado con que no incluyan lo vasco en su marca españa. Ni puta falta que nos hace que identifiquen lo vasco como español.