Evolución memética

Lo siento. Hoy no os voy a dar la chapa habitual. Vais a tener que hacer los deberes, porque os voy a explicar por qué un partido político pernicioso, mentiroso, inútil y anacrónico como cualquiera de lar formas en las que ha mutado la mal llamada “izquierda abertzale” ha conseguido pervivir más allá de su fracaso histórico.

Para ello tenemos que partir de la gran obra de Richard Dawkins “El gen egoísta” e introducirnos en el concepto de meme. Un meme es el análogo cultural al gen que explica cómo una idea puede autorreplicarse e invadir nuestro cerebro simplemente copiándose de una persona a otra, ya sean frases, canciones, hábitos o cualquier clase de información. Los memes se copian por imitación, enseñanza u otros métodos, y compiten por espacio en nuestros recuerdos y por la oportunidad de ser copiados de nuevo.

Es decir, que se comporta de la misma forma en la que se transmite la información genética: por infección, lo que ocurre es que los vectores de propagación de un meme son mucho más amplios, sobre todo en la actual sociedad de la información, que los que tienen a su disposición los genes.

Un meme es una idea infecciosa, transmitida de cerebro a cerebro por cualquier modo que encuentre idóneo para su propagación, y sus características son la fecundidad (ideas especialmente atrayentes o efectivas); longevidad (son capaces de persistir durante mucho tiempo) y fidelidad en la replicación (conservadurismo tradicional). A su vez, los memes se dan en un amplio campo de variación, se replican a sí mismos por mecanismos de imitación y transmisión de cerebro a cerebro y engendran un amplio abanico de copias que subsisten en diversos medios.

Todos estos requisitos los cumple la propaganda de la mal llamada “izquierda abertzale”. De la misma manera que los genes se autorreplican porque sí, los memes tienden a replicarse igualmente; las buenas ideas no lo son propiamente si son incapaces, a la vez, de replicarse bien.

Es decir, una vez desacreditadas por falsas las posturas Lamarckistas en el ámbito de la genética, sí que son válidas en la Memética, pues la simple repetición de unas pocas ideas-fuerza (y esto lo comprendió perfectamente Joseph Göbbels) es capaz de provocar la transmisión acrítica del susodicho meme de forma infecciosa, aún con sus variaciones evolutivas.

Un ejemplo de esto lo tenemos en la religión: las religiones institucionalizadas, sobre todo las de base doctrinal como las descendientes de la raíz judeocristiana, son el epítome del meme poderoso, acríticamente reproducido y capaz de mutar históricamente para asegurar su supervivencia. No hay más que comparar la doctrina católica oficial de los siglos posteriores al Concilio de Nicea con la dominante en la Baja Edad Media y cotejar todo eso con la doctrina actual influenciada por el Concilio Vaticano Segundo, aunque atemperada por la nueva corriente neointegrista.

O simplemente darse cuenta de cómo la Reforma y el Protestantismo han dado lugar a una mutación de la corriente principal cuyo único objetivo ha sido y es perpetuar el meme cristiano, no importa cuál sea la rama que al final triunfe evolutivamente.

Pues bien, todas estas características del meme cultural son inmediatamente trasladables sin ningún especial esfuerzo intelectual a la doctrina emitida desde la mal llamada “izquierda abertzale”, auténtico paradigma del transmisor de una idea infecciosa, que se apropia del cerebro del receptor mediante el contagio directo (social, mediático, familiar…), que muta incesantemente como un virus hasta el punto de hacerse irreconocible de la cepa madre (Revolución, Herri Armatua Inoiz ez Zanpatuta, Amnistia ez da negoziatzen, Gora ETA militarra, Presoak kalera, “Nuevo tiempo político”, “Compromiso con el Proceso de paz y normalización”, asunción de la legalidad, izada de las banderas españolas y hasta “reconocimiento” de las víctimas).

No importa si el meme, el discurso o hasta la ideología cambia hasta defender la postura contraria. Lo importante es la mecánica autorreproductiva y su vocación de convertirse en endémica en la sociedad. Su vocación, consciente, de perdurar con una finalidad: seguir reproduciéndose de un individuo a otro, de una generación a la siguiente de la misma forma que conservamos órganos sin ninguna función, como el apéndice, que tan sólo puede matarnos de una infección pero que no interviene para nada en el proceso digestivo.

Y el agente principal de esta infección no es sino la propaganda emitida desde la mal llamada “izquierda abertzale”, quien depende de la asunción acrítica de su propaganda por parte de una porción de la sociedad especialmente permeable a su doctrina. Una porción de la sociedad que carece de los anticuerpos intelectuales suficientes como para hacer frente a la infección de la que es objeto, pues sufre de inmunodeficiencia mental y simplicidad congnoscitiva, lo que le provoca que le sea más fácil repetir el meme que le han implantado que hacer el más mínimo ejercicio intelectual, al igual que les ocurre a los cristianos, por muy consuetudinarios que sean, que prefieren repetir dogmas antes que verse enfrentados con la realidad.

Todo lo cual no sería en absoluto grave si no fuera porque de estas personas indoctrinadas y acríticas también depende el futuro de un país.