E. de Etxeandia
Para nosotros ha sido, es y será siempre el himno nacional vasco, el Euzko Abendaren Ereserkia, cuya letra la pensó primero nuestro Sabino, estando en la cárcel de Larrinaga en 1885 y más tarde, cuando volvió a estar allí mismo encarcelado, en el año 1902, escribió la letra definitiva de nuestro himno.
La primitiva idea de Arana-Goiri, fue para cantarlo con la música de la «espata-dantza”, y luego, después de su muerte, fue arreglada por el compositor Kelda de Zabala, de la forma que conocemos todos actualmente.
Es un himno serio, armonioso, con estrofas majestuosas unas y vibrantes otras, digno de ser interpretado en cualquier acto solemne.
En el año 1905, el Partido Nacionalista Vasco lo adoptó como himno suyo y desde entonces lo venimos entonando en los lugares y circunstancias que lo requieren, generalmente como broche final de nuestros actos. Como en aquella fecha el único partido abertzale era el nuestro, su himno era el de todos los patriotas vascos.
Esa fue sin duda, la idea de Arana-Goiri al componer el Euzko Abendaren Ereserkia, dotar de un Himno a la Nación Vasca, al igual que lo hizo con la palabra Euzkadi y con la ikurriña. Pero mientras que estas dos últimas han sido admitidas por todos los abertzales y hasta por los que no lo son, el himno parece no es aceptado como tal, por los que no pertenecen a nuestro Partido.
Los vascos no abertzales suelen cantar o interpretar el «Gernika’ko Arbola» y en otras ocasiones el «Agur Jaunak». Los que se titulan «abertzales» y no son de nuestro Partido, prefieren el «Euzko Gudariak», que da la circunstancia que también fue creado y adoptado primeramente por «jelkides».
A nuestro modesto entender, ninguna de las tres composiciones citadas, pueden considerarse como himno nacional vasco. Al «Gernika’ko Arbola» lo encontramos foralista y tal vez por ello, nunca ha llegado a emocionarnos su interpretación.
El «Agur Jaunak» es una composición seria, aunque nos parece solamente propia para interpretar como saludo o despedida de personajes de categoría.
Y el «Euzko Gudariak» es una marcha militar, que es para lo que se creó. En sus primeros tiempos y cuando su interpretación puede decirse estaba prohibida, al escucharla vibraban nuestras fibras más sensibles, pero desde que se ha prodigado tanto y sobre todo cuando vemos a los que la cantan con el brazo izquierdo levantado y el puño cerrado, pierde para nosotros todo el valor que tenía antes.
Esto de que cada grupo o ideología política vasca, interprete una canción diferente, nos recuerda lo que sucedía en los primeros tiempos de la Segunda República Española. Entonces unos entonaban la Marsellesa, otros la Internacional y unos terceros el himno de Riego. Todos pretendían pasar por republicanos, pero no se ponían de acuerdo a interpretar un himno como propio de la República y eso los distinguía.
Porque, como se ha escrito, cuando un himno «ha revestido los caracteres de religiosidad y patriotismo, ha triunfado del tiempo y del olvido con una pertinencia que sólo gozan las instituciones seculares». Y nuestro himno reúne esos caracteres. Fue aprobado por ley en el Parlamento Vasco. Y es el himno oficial.