Josu Erkoreka, Portavoz del Grupo Nacionalistas Vascos en el Congreso, en su blog.
Hace ya más de dos meses que lo anticipé: en Euskadi huele a elecciones que apesta (Cfr. “Ya huele a elecciones“, publicado en este blog el 6.06.12). Desde entonces, he ironizado en más de una ocasión sobre el paradójico hecho de que Patxi López se dedicara a negar el adelanto electoral, mientras se desgañitaba en actos de precampaña (Cfr., entre otros, “Legalizado Sortu, queda definido el escenario electoral vasco” que vio la luz el 25.06.12, “Sobre el “programa oculto” del PNV que obsesiona a López“, editado el 16.07.12 y “Solo era una pose“, publicado el 26.07.12). El Ejecutivo vasco y sus corifeos lo negaban con firmeza. No era tiempo de elecciones, decían. Pero estaba cantado. Los comicios se iban a convocar para el otoño. No había otra opción. Y así lo ha confirmado, por fin, el propio Patxi López, después haberlo desmentido ciento y un mil veces durante los últimos meses. El 21 de octubre, habrá elecciones. López empezó la legislatura mintiendo -”jamás pactaré con el PP”- y le pone fin de la misma manera: incumpliendo su palabra- “agotaré la legislatura”. Es lo que hay.
Una ley universal, que rige en todos los regímenes democráticos, postula que, cuando un presidente sabe que no va a continuar en el cargo, tiende a agotar la legislatura hasta el último segundo. Por inercia y porque una nómina más para su corte de colaboradores -ministros, consejeros, jefes de gabinete, asesores, altos cargos, presidentes de empresas públicas y de empresas amigas- es oro de primera ley que nadie puede desperdiciar.
Patxi López sabe perfectamente que no podrá seguir al frente del Ejecutivo vasco. En consecuencia, la ley universal que acabo de citar le resulta perfectamente aplicable. Máxime si se tiene en cuenta que los fracasos electorales que el PSE ha cosechado en las últimas citas con las urnas, lo han convertido en un inmenso pesebre de ex-cargos de adscripción socialista. Si en algún caso tiene sentido resistir en el cargo para dar sustento a los paniaguados, ese caso es el del Gobierno de López. Dejar en la calle a los cientos de socialistas vascos que durante los últimos tres años se han acogido a la beneficencia del Ejecutivo de Vitoria, representará, sin duda, un drama que, a buen seguro, no pasará desapercibido al secretario general del partido.
Ahora bien, esta ley universal tiene excepciones. Cuando los perjuicios que puedan derivarse del empeño de mantener la legislatura hasta el final, empiezan a ser superiores a los evidentes beneficios que ello reporta al ejército de colaboradores que colonizan las estructuras de la Administración, la ley se quiebra y las elecciones se adelantan. Todo es cuestión de ponderar cuidadosamente los intereses en juego y optar por la alternativa que más beneficiosa -o menos perjudicial- resulte. El ejemplo más claro es el de Zapatero. El último presidente socialista del Gobierno español, pudo haber mantenido la legislatura hasta marzo de 2012, pero decidió adelantar los comicios a noviembre de 2011. ¿Por qué lo hizo? ¿Acaso no era lo suficientemente sensible con los intereses personales de los cientos de colaboradores de su partido que poblaban los cargos, canonjías, magistraturas y demás pesebres del Estado?
Claro que lo era. Lo que ocurre es que, mantenerse en el poder hasta marzo de 2012, le obligaba a aprobar los Presupuestos Generales del Estado para ese año; y a hacerlo, además, sin desmarcarse un ápice del exigente objetivo de déficit consensuado en el seno de la UE. Pero el recorte necesario para mantenerse fiel a la senda de consolidación fiscal, representaba un sacrificio inmenso. Un esfuerzo que, en caso de ser abordado por el PSOE, iba a sumir a las siglas en un oscuro e interminable túnel de negras expectativas electorales. Si los socialistas se quedaban con el sambenito de haber promovido los recortes más brutales, iban a tardar años en recuperar el pulso electoral. El daño iba a ser terrible. Era preferible, por ello, endosar el mochuelo a Rajoy, aunque ello supusiera que los correligionarios socialistas encaramados a la estructura institucional, se vieran obligados a renunciar a a tres o cuatro nóminas.
A López le ocurría algo parecido. Aprobar las cuentas de 2013 con el acuerdo del PP -el único realmente posible, después de tres años ininterrumpidos de pactos presupuestarios excluyentes- le hubiera obligado a asumir una política de recortes, que habría arrumbado con la imagen de defensor del Estado de bienestar que la propaganda oficial le viene asignando durante los últimos meses. Y mantenerse en el cargo prorrogando el presupuesto de 2012, sólo hubiera servido para proyectar una imagen zafia de chapucero desmañado, empeñado en conservar el pesebre a cualquier precio. En cualquier caso, el daño electoral que derivaba de la hipótesis de agotar la legislatura, superaba, con mucho, a los beneficios asociados a las cinco nóminas más que ello iba a permitir cobrar a sus colaboradores. Ergo, no había más remedio que adelantar las elecciones.
En su comparecencia de esta mañana, López ha revestido su decisión de mucha poesía política -le he oído apelar al interés general de los vascos, a la responsabilidad, al sentido de país y a otros valores eufemísticamente formulados- pero los motivos reales que le han dado sustento, han sido bastante más prosaicos. No hay engaño posible. Si Patxi López ha adelantado las elecciones, es porque se encuentra -como Zapatero hace un año- ante una excepción a la ley universal, que hace que concluir el mandato le resulte más gravoso que anticipar los comicios. En caso contrario, hubiera agotado la legislatura. Tras su decisión, no hay principios; tan sólo cálculo de intereses.
Personalmente, tengo una sospecha a mayores. El desprestigio que han acumulado los partidos nacionalistas españoles (incluyendo IU), empieza a hacer posible un corrimiento de votos del caladero españolista al campo abertzale, si a eso se le suma que empiezan a darles por el culo «los suyos», la espantada puede ser histórica. Así que mejor, elecciones ahora que el futuro pinta chunguísimo.
Ya lo decía Arzalluz. La palabra de un PSOcialista tiene la misma caducidad que un yogurt.
Después de ver el maravilloso ”jamás pactaré con el PP”, López ya nos ha anunciado hoy sus preferencias post-electorales:
«Patxi López descarta pactos con Bildu»
http://www.20minutos.es/noticia/1568714/0/patxi-lopez/bildu/pnv/