Pío Moa, el Historiador filonazi de cabecera del españolismo, ha vomitado

“Carrillo ha sido el mayor terrorista español del siglo XX”

Y eso nos da una idea de la catadura moral de este personaje y de quienes le citan como ideólogo para tratar de esconder su fascismo bajo una pátina de argumentos pseudohistoricistas. Este engendro, otro más que se ha arrimado a la extrema derecha hispanistaní como su correligionario, el juntaletras Mario Vargas Llosa, un fracasado a quienes los peruanos enseñaron el dedo medio cuando pretendió enfrentarse a otro impresentable, Alberto Fujimori.

Hay que preguntarse por qué los peruanos prefirieron a Fujimori antes que a Vargas Llosa, porque eso podría decir mucho de la catadura de este tipo que se permite el lujo de menospreciar lo que ignora completamente. Si Mario Vargas Llosa es un ignorante, la culpa es enteramente suya.

Pero estoy disgresando, porque así como el juntaletras peruano no es más que un insignificante clown que se prostituye a la extrema derecha, Pío Moa es una auténtico fascista hijo de puta, un nazi revisionista repugnante que en Alemania habría tenido que escribir sus panfletos en la clandestinidad y desde la prisión.

“Él (Santiago Carrillo) hablaba por entonces de su deseo de firmar la condena a muerte de Franco. Del hombre que había salvado a España de la revolución querida por Carrillo, que había evitado a España la guerra mundial, derrotado su maquis guerracivilista, presidido una era de prosperidad sin precedentes, diluido los odios fratricidas de la república e inaugurado la paz –que continúa– más larga y fructífera vivida por España en varios siglos.”

Esta declaración de amor al fascismo es objeto de delito en Alemania, probablemente otro país donde, según Moa, “impera la insondable desvergüenza: las gentes de la triple corrupción –intelectual, económica y sexual– que extienden como una peste sobre el país.”

Pero en Hispanistán se jalea y se aplaude a fascistas como este individuo cobarde y totalitario, cuyo trabajo es hacer de prostituta ideológica a fin de proporcionar a la extrema derecha (y a buena parte de los españistanos de bien una justificación intelectual que les permita expeler sus diarreas totalitarias sin tener que reconocer que, en realidad, no son más que una hedionda piara de nazis.

Otra razón más para marcharnos y dejar que se pudran.