2012/11/05 por Josu Erkoreka
He pasado el fin de semana en Escocia. Aunque me he trasladado allí por una cuestión familiar, no he dejado de sondear, como podrán imaginarse los lectores de este blog, el ambiente político que se respira entre los escoceses a propósito del referéndum sobre la independencia cuya celebración en 2014 pactaron recientemente Cameron y Salmond. En la calle, apenas se percibe el debate. O, dicho más concretamente, el paisaje urbano no acusa su existencia. En Escocia -al contrario que en Euskadi- no hay un grupo político que, se dedica a “engalanar” las paredes de todas las calles y rincones del país, con pintadas, carteles, pancartas y graffitis que recuerdan a los viandantes cuál es, en cada momento, la reivindicación de moda. El debate discurre allí por un cauce más civilizado y nadie incurre en la infantil creencia de que emborronar los muros de los pueblos y ciudades con un mismo lema, reproducido hasta la saciedad, significa, indefectiblemente, que todos los ciudadanos lo comparten.
Frente a la sede del Parlamento escocés, en Edimburgo.
En la prensa, sin embargo, el debate está presente de modo ostensible. Tan ostensible, cuando menos, como la consulta catalana comprometida por Artur Mas, lo está en nuestro panorama mediático. Ayer mismo, cuando los titulares de las principales cabeceras españolas daban cuenta del manifiesto suscrito por varios cientos de “intelectuales” -entrecomillo deliberadamente la palabra, porque reconocer la condición de “intelectual” a alguno de los que firman el documento constituye, sin duda, una exageración gratuita e infundada- para reconducir la situación creada en Catalunya desde el Onze de setembre, los diarios escoceses publicaban, también, noticias relacionadas con el futuro de una Escocia independiente.
Por lo que he podido apreciar, la controversia pública suscitada en Escocia en torno al referéndum de independencia, tiene elementos comunes con la planteada en el Estado español alrededor de la consulta que CiU quiere convocar en Catalunya, pero reúne características singulares que nada tienen que ver con la misma. Un ejemplo de esto último, podemos encontrarlo sin dificultar en la prensa de ayer mismo. El periódico Scotland on Sunday, -edición dominical del conocido diario Scotsman- informaba de unas estridentes declaraciones que el escocés y ex primer ministro laborista británico, Gordon Brown, hizo el sábado, advirtiendo al público de que una hipotética Escocia independiente en la que Londres retuviese las principales decisiones de carácter económico, tal y como preconiza el Partido Nacionalista Escocés, sería gobernada como una colonia británica. El proyecto de Salmond sobre Escocia -sostuvo Brown- supone algo así como una especie de “colonialismo autoimpuesto, con más reminiscencias del antiguo imperio que del mundo moderno”. Interesa retener a este respecto que, según la propuesta del Partido Nacionalista Escocés, la Escocia independiente que resultase del referéndum, mantendría la libra como moneda de curso legal, reconocería al Banco de Inglaterra la capacidad de fijar los tipos de interés y respetaría la regulación bancaria del Reino Unido.
Los nacionalistas escoceses sostienen que el Banco de Inglaterra pertenece a los escoceses tanto como a los ingleses y que esta situación no tendría por qué cambiar después de conseguida la independencia. Brown, sin embargo, que está metido de lleno en la pro-UK campaign se preguntó si, a la vista de este planteamiento, los contribuyentes británicos estarían dispuestos a dar cobertura al sistema financiero escocés en caso de crisis. Y se apoyaba, al plantear esta cuestión, en las reflexiones recientemente formuladas por el profesor de Derecho Financiero Andrew Campbell para quien una hipotética Escocia independiente carecería de derecho para forzar a Londres a ofrecer esta cobertura, a menos que Salmond lo consiguiese en las negociaciones previas.
Nada de esto es, hoy por hoy, trasladable al debate planteado en relación con Catalunya, donde no consta que alguien haya planteado algo semejante con el Banco de España.
Junto a la estatua de Willian Wallace, en Aberdeen
Sin embargo, otra de las grandes cuestiones planteadas en Escocia al hilo de su posible secesión -me refiero a la del status que adquiriría en relación con la UE, una vez que hubiera alcanzado la independencia- tiene muchas concomitancias con la pregunta que estas dos últimas semanas ha dominado en el debate pública sobre Catalunya: ¿hasta qué punto separarse del Estado español supone para Catalunya separarse de la UE?
En torno a este punto, no sólo existe un paralelismo evidente entre el debate escocés y el catalán, sino que, hasta cierto punto, se puede constatar la existencia de interacciones y de claras interferencias entre ambos debates. En los días previos a mi traslado a Escocia, el pequeño monitor informativo que incorpora el ascensor del hotel en el que me alojo en Madrid, ponía en boca del ministro español de Asuntos Exteriores, la siguiente frase: “Muchos países vetarían el ingreso de Catalunya en la UE”. Era una manera de atenuar la dureza de la confrontación dialéctica, echando las culpas a terceros. “No es España la que vetaría el acceso de Catalunya a la UE”, venía a decir el canciller español. “Serían otros”. O, más concretamente, otros “muchos países”. No decía cuáles, evidentemente. Se limitaba a precisar que serían “muchos” y, por supuesto, “otros”.
Todo el mundo sabe que a Eslovenia -que nació, como Estado, tras un referéndum de autodeterminación- a Eslovaquia, a Estonia, a Eslovaquia, a Letonia y a otros que accedieron de modo semejante al coto cerrado de los Estados independientes, les importaría bien poco la incorporación a la UE -o la continuidad en su seno- de un territorio como Catalunya, que lleva años perteneciendo a la misma y que ha logrado su independencia nacional a través de una consulta popular celebrada con el mayor escrúpulo democrático. ¿Cuáles serían, por tanto, los “muchos países” a los que se refiere García-Margallo? ¿El Reino Unido que permitió a Escocia autodeterminarse? ¿Alemania que consiguió que su mitad oriental se incorporase, de matute, a la UE, en ejercicio de la “libre determinación”? ¿Francia, que siempre ha sido especialista en ponerse de perfil cuando afloran las cuestiones que sus líderes políticos consideran de “política interna española”? Está claro que García-Margallo quería arrojar lastre en este enconado debate y desviar la atención, acogiéndose al peregrino argumento de que la principal oposición a la incorporación de Catalunya a la UE no vendría de España, sino de otros “muchos países” europeos. Como si esos otros “muchos países” vetarían, por su cuenta, el acceso de Catalunya a la UE si el Estado español no lo hiciese primero y con más firmeza.
Lo que sí está consiguiendo el ministro García-Margallo es que sus palabras y tomas de posición sean utilizadas en Escocia por los partidarios del No/Better together, para advertir a los partidarios de la independencia de que sus aspiraciones de constituir un Estado miembro de la UE podrían ser abortadas por España. Lord Kerr of Kinlochard, un diplomático escocés, que encabezó, entre 1990 y 1995, la representación permanente del Reino Unido ante la UE, aseguraba el sábado que el acceso de una Escocia independiente a la UE quedaría a expensas del “humor” de España, que podría poner freno a la pretensión en el marco de la batalla que tiene planteada con el movimiento catalán a favor de la independencia. Lord Kerr declaró al mismo diario Scotland on Sunday que, en su opinión, si Escocia abandona el Reino Unido, abandona la UE; de manera que, una vez consumada la secesión, sería preciso iniciar un nuevo proceso negociador al que el nuevo Estado tendría que concurrir como candidato.
Lord Kerr no dice, como García-Margallo, que la candidatura escocesa sería vetada por “muchos países”, no. La oposición, a su juicio, sólo podría venir de España: “Si el Gobierno de Madrid -argumenta- quisiera demostrar a Barcelona que la secesión de España tendría un coste en el ámbito de la participación en la UE, podrían querer evidenciar” que el proceso de reincorporación a Europa de un territorio separado de un Estado miembro, es duro y difícil. Y cebarse con Escocia, claro está, que padecería en su propia carne los daños colaterales de la furia nacional hispana. Los nacionalistas escoceses argumentan que por razones políticas y prácticas, Escocia no debería ser obligada a abandonar la UE y solicitar su readmisión. Pero el nacionalismo español no entiende de más razones políticas y prácticas que las que alimentan su imaginario patriótico. Y si para retener a los catalanes, en nombre de la sacrosanta unidad de la nación española, tiene que perjudicar a los escoceses, no dudará un ápice en hacerlo.
Como hacía notar en un post anterior, el problema no es Europa, es España. Para los catalanes, por supuesto, pero también para los escoceses.
Estimado Sr Erkoreka
Alabo su aportación sobre el asunto escocés. Espero que en futuros posts analice más en detalle los paralelismos de Escocia con Euzkadi y que nos ilustre con sus propuestas para nuestro Pueblo. No es que Catalunya no me interese. Pero me revuelvo al recordar su «pasividad» cuando otros burukides del Partido se batieron el cobre con propuestas para Euzkadi. Su obligación, su función, su dedicación debe ser la de ser audaz presentando y luchando por iniciativas para Euzkadi. como diría un buen colega mío: no se lo tome como algo personal.
Y no sólo eso. Cuando Ibarretxe estuvo en el punto de mira del facherío español, como ahora lo está Artur Mas, huían de nosotros como de la peste en Estrasburgo con el argumento de que «no querían salir en la foto con nosotros». Para ellos, éramos unos apestados y eso nos costó enormes dificultades a la hora de explicar el proyecto de Nuevo Estatuto Político en Europa, hasta el punto de que tuvimos que explicarlo nosotros solos, sin ayuda ni colaboración de nadie. Incluso nos vimos obligados a callar la boca a Vidal-quadras delante de una Comisaria europea.
Nada que ver, como es patente, con lo que está haciendo Izaskun Bilbao en el Parlamento Europeo, apoyando el derecho de Catalunya a la autiodeterminacìón, a su independencia y contrarrestando el tremendismo hispainstaní desde su escaño en la Eurocámara, o el mismo Iñigo Urkullu, reuniéndose con Artur Mas públicamente.
Ojalá los catalanes hubieran tenido esos arrestos y esa solidaridad nacionalista con Juanjo Ibarretxe.
Por ser justos Lorth, el Colegio de Abogados de Barcelona si se comporto con Ibarretxe de manera destacable.
Me estoy refiriendo a CiU
Sin animo de ofender, sino de resaltar las diferencias, el tratamiento del PNV como «apestado» por parte de CiU (o, mas especificamente, de su parte C), viene de mucho antes que el Nuevo Estatuto Politico…
Durante el Aznarato y hasta ayer mismo, para muchos politicos de CiU, cualquier cosa que oliese a vasco, olia a terrorismo, y se nos ninguneo, ignoro, borro de la foto, omitio de listas de distribucion, nego la invitacion y el saludo, solicito nuestro apartamiento de comites y actividades… en multitud de ocasiones. Por no decir siempre.
Las cosas como son. Y solidaridad, hubo entre poca y ninguna.
Y han comerciado con nuestros Derechos como Pueblo, y con nuestros Fueros, y con nuestro Concierto Económico…
Viene al pelo el relato que contaba Arzalluz sobre la forma de «competir» con los catalanes por ser los primeros en aprobar el Estatuto.
Se pican como monas cuando sus «hermanos» valencianos llegan al esperpento por envidia hacia ellos. Pero lo tienen merecido…
Dicho lo cual: Gora Euzkadi Askatuta eta Visca Catalunya Lliure!!!
Basura de pais España, no solo ha dejado una herencia colonial nefasta alli donde ha estado, no ha sabido ni colonizar ni descolonizar y ha generado una concepcion extractiva del poder desde los tiempos del monopolio del comercio de indias sino que ahora fastidia a terceros. El que este orgulloso de ser español es que no conoce su historia. Pais mas sucio y nefasto contra las libertades no ha existido.
La compra-venta de pueblos, práctica de España con sus posesiones de ultramar
• La Florida.- Habitada por el pueblo Seminola y criollo, vendida a EE.UU. en 1819 por 5 millones de USD. Previamente España colabora con EE.UU. a sofocar militarmente la proclamación de la independencia de 1817, que había sido auspiciada por Simón Bolívar.
• Cuba y Puerto Rico.- Son entregadas a EE.UU. y no a las fuerzas nativas que aspiraban a la independencia, tras finalizar la Guerra Hispano Estadounidense en 1898.
En Santiago de Cuba es sacrificada la flota española obligándola a salir de su inexpugnable bahía por el Gobierno de Sagasta, contra la voluntad del Almirante Cervera, para que resultara hundida por la flota americana superior en buques y capacidad artillera, que esperaba fuera de la bocana de El Morro. Esta vergonzante medida política se toma para justificar, ante la opinión pública española, la rendición de España ante EE.UU. y el fin de la guerra.
(Otras opiniones justifican la salida de la flota española por la inminente caída de Santiago en manos estadounidenses y mambisas. Ello para evitar la captura de la flota, pero no su segura destrucción por la flota americana. Sospechosa y torpe decisión que causó 371 muertes españolas a cambio de una americana).
En Ciares (Puerto Rico), el ejército español, después de rendirse a EE.UU., sofocó la proclamación independentista portorriqueña.
• Filipinas y Guam.- Son vendidas a EE.UU. en 1898 al finalizar la guerra, en 20 millones de USD, incluyendo en el precio a Puerto Rico.
• Islas Marianas, Carolinas y Palaos.- Vendidas a Alemania por 25 millones de Pesetas en 1899.
• Sahara Occidental.- Entregado a Marruecos y Mauritania en 1976, a cambio de continuar España con la explotación de las minas de fosfatos de Bucraa y el banco pesquero, condiciones posteriormente incumplidas por Marruecos, que había ocupado todo el territorio ante la retirada mauritana.
En Noviembre de 1975 la Marcha Verde de Marruecos invadió el norte del Sahara Occidental, acudiendo el Jefe del Estado español en funciones, Príncipe Juan Carlos, a los acuartelamientos de El Aaiun para arengar a las tropas españolas asegurando que ‘derramarían hasta la última gota de sangre’ para defender el territorio.
En Febrero de 1976 España abandona el Sahara produciéndose el éxodo de gran parte de los saharauis hacia la frontera con Argelia, la guerra y la intervención de la ONU. Desde entonces, al que fuera Príncipe de España por designación franquista, se le recuerda entre los saharauis como ‘El Rey mentiroso’.
• Canarias.- La siguiente en la lista