Resulta sumamente curioso que el simplismo y la tradición en clichés fuertemente arraigados en buena parte del siglo XX en el marco de la lucha contra el comunismo soviético y en el marco de la guerra fría… se mantiene en el presente, y quien sabe si cara al futuro. Esperemos que no. Que la razón se imponga a la empoción, y la verdad sobre los estereotipos. Es importante, no sólo en el caso de Rusia. Y es que, sino, la realidad es la que se verá suplantada por un mundo virtual que no existe, más que en los delineantes del marketing, y en las mentes calenturientas de algunos.
Antes que nada afirmar lo evidente. Putin no es Kruschev,ni tampoco Stalin. Aunque hubo zares blancos, luego rojos, y ahora hay zares negros. Fundamentalmente Putin, que se sucede a sí mismo. Es su propio heredero. Y el credo de Putin no es ni democrático ni liberal. Ni siquiera comunista, aunque de jóven estuviera involucrado en el KGB. Y es que para conocer Rusia habría que ir a los fundamentos, como hace Ruslán Khasbulatov, quien fuera el último presidente del Soviet Supremo de Rusia (verdadero órgano legislativo, y no como la actual Duma rusa) en su libro “La Rusia de Putin”, de lectura fundamental para comprender las estructuras del estado de Putin (antes de Yeltsin, del que no se diferencia tanto como a algunos les gusta predicar). Las etiquetas deben ponerse en base a datos objetivos, no en base a prejuicios.
Esta Rusia de hoy, incluso con los años de crisis en el estado español, tiene aproximadamente su mismo PIB (y por supuesto, sin comparación con los PIB de los integrantes del G7, al que únicamente se sumó por su arsenal nuclear) y en lo referente a renta per cápita, la poderosa Rusia tiene menos de la mitad que la de España, y peligrósamente en declive descendiente, según estudios de diversas instituciones internacionales, lo cual es preocupante, pone en riesgo el propio futuro económico de la federación Rusa. Un país tan extenso, que es muy diferente internamente. Difícilmente cohesionable. Salvo por un imperialismo no democrático.
Cuando Putin destituyó gobernadores elegidos por las élites locales no estaba actuando ni como demócrata ni como liberal. Cuando Yeltsin firma el documento que liquidaba la URSS en 1991, en diciembre, en las negociaciones secretas, al firmar con Ucrania el respeto de las fronteras, añadiendo la coletilla de en el marco de la CEI, estaba pensando que si querían de verdad ser un país independiente, y hacer lo que creyeran oportuno, en ese caso, las fronteras y su respeto ya no estarían vigentes. Y Rusia podría volver a intentar controlar el territorio que quisiera. Como ya lo intentó la URSS. Cabe recordar como era el escudo oficial de la Unión Soviética. Si no lo recuerda, búsquelo, y observe que país y que fronteras aparecen delimitadas. Y porqué esto es así.
Otro libro fundamental para comprender la mentalidad y la historia de Rusia es “El Rompehielos” de Victor Suvorov. Es interesante para comprender el órigen de la URSS y como el objetivo de una Segunda Guerra Mundial era un objetivo político soviético y de Lenin y Stalin mucho antes siquiera de la constitución del partido nazi, y no ya digamos de su toma del poder en el año 1933. No podemos asumir como verdad absoluta la verdad mostrada al mundo, de manera parcial e incompleta, proveniente de las presuntas mentes preclaras de los académicos presuntamente asépticos de la unión soviética. No puede ser. Hay que pensar, no creer. Y como no todo lo que reluce es oro, ni todo el monte es orégano, la participación de la URSS en dicha guerra fue interesada. Conviene volver a verla de forma diáfana. Y las bases documentales del libro son fuentes soviéticas. Y es que Suvorov fue oficial de inteligencia en la armada soviética.
A un país su futuro depende de la Industria. Si tomamos el mundo por primer, segundo y tercero, en base al Índice de Desarrollo Humano, Rusia se encontraría en un segundo mundo, junto con China, Argelia, Libia, Irán, México, Tahilandia, Omán o Ecuador. Y más cuando, en el momento en el que se propuso un plan de infraestructuras en serio, o una renovación fundamental y desde la base de la industria petrolífera, de los hidrocarburos, los amigos de Putin (los que han sido encontrados entre los papeles de Panamá, mal llamados, porque trataban de varios paraísos fiscales del mundo) lo desecharon por no verle el sentido ni a la una ni a la otra. Y es un asunto importante, capital, para un país, sobre todo cuando en Siberia hay un potencial importante. Aunque se imponen sobre las necesidades objetivas una visión ideológica y geoestratégica, heredada de anteriores zares, los intereses de la madre rusia. Confesionalidad. Como cuando uno de los dirigentes de extrema derecha rusa (digamos, fascismo) escribió una carta a Stalin rindiéndose a su asumimiento de los fundamentos discursivos propios relativos a la construcción e historia de la madre patria rusa. Afortunadamente para el todo esto se olvida. Lo mismo que en el primer semestre de 1941 Molotov, en San Petersburgo llegó a declarar que quien osara atacar al nazismo iba a ser procesado. “El rompehielos” es la lectura que desgrana todo eso, por tanto, mejor no entrar en ello. Sólo destacar que algunos dicen que la URSS entra en la Segunda Guerra Mundial el 22 de junio de 1941 y por sorpresa. Por lo menos, como mínimo, se debe decir que es el 17 de septiembre de 1939, y de manera absolutamente premeditada.
Putin habló del ejemplo de la pérdida de Texas por México en favor de los Estados Unidos en 1848, pero hay algo que decir, y es que dos siglos después puede pasar lo mismo con Siberia, de parte de Rusia, en favor de China. Sino toda, una parte si. Hoy ya hay pueblos dentro de Rusia, fronterizos, absolutamente poblados por ciudadanos de China. Es un reto y un desafío. Y la respuesta, conceptualmente, puede estar en el pasado, aquél en el que un santo guerrero, mercenario como el cid castellano, decidió, en el nombre de su señor, combatir a los caballeros teutónicos (germanos con base en Konigsberg, ocupada ilegítimamente hoy por Rusia) y las hordas mongolas provenientes de asia, se alió con los asiáticos, contra los europeos. Si Rusia hiciera un partenariado con Europa en relación a Siberia, el futuro Ruso de la región estaría garantizado. Pero no prefiere eso. Ha elegido a China. Y el futuro será el que será.
Rusia es un gigante con los pies de barro. Sin una economía propia, con simples chispazos aquí y allá, con una mayoría empobrecida, por lo menos, con Yeltsin y Putin. Riqueza concentrada en pocas manos, miseria en las manos de la mayoría. Y una población decreciente. Sería lógico que se gastara menos en armamento, pero no es así. Se quiere mantener la presencia en el mundo. Se habla de la acción en Siria. Ha sido limitada. Pero Siria ya era soviética en los años 70. Y fue el padre del actual, Hafed al Asad quien echó a los soviéticos. Y que Argelia era prosoviética (el tema saharaui, en parte, era para impedir una ventana atlántica al Kremlin), por no hablar de la guerra de fines de esa década entre Somalia y Etiopía originada por el cambio de la base naval de proyección soviética sobre el índico. No es algo tan espectacular, es un chispazo. La única base de Rusia es su arsenal nuclear. Y es que ya, en materia espacial, la cooperación no es ya un algo voluntario, sino una necesidad objetiva, con la NASA o la ESA.
Es el dinero el que mueve el mundo. El poder. Rusia, es poderosa. Pero no es democrática, no tiene instituciones con capacidad de decisión. No tiene equilibrio de poderes. Y los aliados de Putin en el exterior no son los que algunos pensarían. Porque, si, financia agentes en el exterior. Fundamentalmente, contra el euro, lucha que, con otros, perdieron. O contra la existencia de la propia Unión Europea, que le molesta a Rusia casi tanto o más que la propia OTAN. Putin y el Kremlin financian, por interpuestos, al UKIP de Nigel Farage, al FN de Marine Lepen o a la Liga Norte en Italia. En Estados Unidos su favorito no es el socialista Bernie Sanders, sino el populista republicano Donald Trump. Más que nada, porque en el fondo, es su igual. Aunque en el lado opuesto del espejo. Y es que no es lo que parece. En la lucha en Ucrania, que aún sigue, los nazis rusos combatían por rusia. Es un hecho. Y todo por el mero hecho del irrespeto a lo que libremente quiera hacer Ucrania y las alianzas que quiera tejer. Ucrania tiene derecho a la autodeterminación. Pronto la incluirá en su constitución. El derecho a decidir no puede reconocerse en función de la respuesta que vaya a ofrecer el pueblo en cuestión. Hay que ser libres. La libertad es un valor fundamental de la humanidad. Y en Rusia, aún no ha llegado. Queda mucho por hacer en Rusia, pero será si los rusos pueden, o si quieren, o dependerá de lo que estén dispuestos a arriesgar,por sí.