Europa nunca ha dejado de ser una esperanza, una llama en la oscuridad, un faro en la niebla, que guíe lo mejor del espíritu humano en el continente verde de los aros olímpicos. La historia de Europa, si algo demuestra, es ser el nido de odios, de muerte, destrucción, guerras, violaciones y demás violencias sistémicas desde antes de la instauración del Imperio Romano. La idea de una unidad europea, obviamente, no es nueva. Ha habido otras. De una u otra forma, una unidad ha sido siempre un anhelo en el horizonte. Aunque en el pasado, con Victor Hugo o Inmanuelle Kant como ejemplos no tan remotos, no había llegado su hora. Cristaliza tras un proceso que arrastró al mundo al desastre mayor que ha habido, y que implicó el suicidio colectivo de los estados europeos como potencias individuales. Sólo tras la Segunda Guerra Mundial un proyecto de paz, concordia, cooperación pudo ser viable en el viejo continente.
Al mundo se le unifica de muchas maneras, y algunas se las da por descontadas o no se piensa en ellas, como pueda ser los signos de conducir, o los acuerdos sobre comunicaciones, unificación de criterios, que lleva más de un siglo en vigor. Hace 150 años del primer cable submarino trans atlántico entre Europa y Estados Unidos. No podemos afrontar el progreso acogiéndonos a sus beneficios sin observar los costes. No hay derechos sin deberes. Y de la guerra puede surgir la paz. Cuando desde el Reino Unido se quería aprovisionar a la resistencia francesa, necesitaban coordinar el horario, el lugar … para que no acabaran en horas distintas, en playas o campos distintos, o simplemente los alemanes estuvieran esperando. De esa necesidad objetiva de cooperación, de conocimiento y reconocimiento mutuo, se puede socializar la idea de cooperación en otros ámbitos. Al igual que fue el progresivo desarrollo de la guerra la que hizo socializar valores de igualdad en la sociedad británica, tanto es así que tras el fin de los combates, retiraron al triunfante Premier Churchill y lo sustituyeron por el laborista Attlee.
Europa, el proyecto de la UE, es mucho más que un proyecto económico. Seguramente empieza por la economía porque es de la economía de donde se suministra el combustible para la guerra. Poner en común el carbón, el acero o la energía atómica era una garatía de uso para el bien común, no egoísta. Europa había aprendido de las consecuencias del tratado de Versalles. Pero siempre el proyecto fue político, pues, de lo contrario, el Reino Unido, que sólo quería unidad de mercado, hubiera ingresado en 1957 en el tratado de Roma, y no hubiera creado la EFTA, que es interesante ver su evolución de membrecía, pues todos sus integrantes, salvo los 4 actuales, han migrado a la UE, un polo de atracción e integración tan potente como eficaz, que hace que países que no pueden tomar decisiones, por no estar dentro, se ven afectados por sus decisiones.
Saben cual es la medida política más eficaz para el federalismo? La unión monetaria. Si, es cierto que le faltan cosas, pero es el proyecto más avanzado de integración del mundo y de la historia, construído por libre voluntad y con la idea de cooperar, entre diferentes. Simplemente piénsese el valor de tener una moneda común, no ya en las personas particulares, que también, sino entre empresas que compran y venden mercancías en el mundo. Un mercado común interior con moneda única estabiliza y garantiza precios y condiciones de intercambio, y es un efectivo escudo contra manipulaciones desde el exterior. Por primera vez, el euro triunfó donde la peseta, la lira y la libra fracasaron 20 años antes. Aunque el coste ha sido dejar empobrecida una parte importante de Europa, y dejar exhaustos a los especuladores que pretendían romper el euro. Y es que a los que hablan de un nuevo sistema monetario internacional hay que recordarles que lo que hay ahora es el salvaje oeste, salvo un espacio de protección en Europa, que se activó inmediatamente después de romperse el sistema anterior.
Jamaica, 1974, el FMI hace oficial que el sistema de oro dólar se rompe definitivamente. Hasta ese momento el cambio de las monedas internacionales estaba basada en el cambio entre ellas con el dólar (antes la Libra) y este con el oro. Ahora se podía comerciar y especular libremente con ellas. Es precísamente Europa la que crea un mecanismo que se estrena en 1979 para amarrar las barcas monetarias europeas a un puerto en alta mar que proteja de las zozobras de la libre especulación, el Sistema Monetario Europeo, único de su especie. Seguramente no se pueda cuantificar la crisis mal llamada del euro sin el euro, pero si se pueden las crisis de moneda de 1991 y 1992, y valorar en positivo lo que tenemos y saber conservarlo, mejorarlo y proyectarlo hacia el futuro. Más que nada, porque, políticamente, fue una iniciativa de Italia y Francia, a la que, de mala gana, se acabó sumando Alemania. Hay que contar la historia con los datos, ni con apriorismos.
La historia del proyecto europeo es larga y compleja, y merece la pena contarse, porque es la superación de viejos traumas, viejas trifulcas, viejos paradigmas de conflicto, y caminar por una vía distinta, en un mundo siempre cambiante, siempre en conflicto. El mundo es difícil, y trata de obtener, de la debilidad del adversario, la mayor ventaja. Hay una culpabilidad inducida por pecados del pasado de países europeos. Cierto es, y cada cual ha de reconocer sus errores. Pero, ojo! Ni un paso más allá del necesario. Alemania terminó de pagar sus culpas económicas de la Primera Guerra Mundial en 2010. Ese año el gobierno de Polonia volvió a la carga a pedir más dinero a Alemania por cuestión del Holocausto y del Tercer Reich. Hasta cuando se va a seguir explotando la culpa por unos hechos que ya han sido enunciados y juzgados y las culpas expuestas y restañadas? Y eso es lo que debemos aplicar a Europa. Porque otros tienen tanta o más responsabilidad sobre hechos recientes. Hay imperialismo africano sobre otros africanos. Si. Asúmanlo. Y hay incitación a guerras dentro del mundo islámico, entre chiies y sunnies y por otras razones, y son esos los que no quieren acoger a sus hermanos musulmanes. Europa debe ser solidaria, si, pero cada cual debe ser responsable de su familia. Y la familia europea, la más solidaria del mundo (que nadie lo olvide) no puede descuidar a sus hijos, venidos de donde hayan venido, por razones exógenas o de solidaridad desmedida y sin límites. Y si, la esclavitud no fue sólo cosa de blancos, africanos negros o árabes fueron piezas fundamentales. Nuestra memoria colectiva debe cambiar, e incluir los ingredientes que puede que no gusten a los no europeos. Pero es que son historia, carallo!
El mundo cambia constantemente, y de resultas del gran suicidio de las guerras de la primera mitad del siglo XX, Europa ha dejado de ser el centro del mundo. Ella sola ya no lo es. Y el eje de toma de decisiones, dicen, se traslada del Atlántico al Pacífico. Conste, eso sí, que hasta 1800 China tenía, de largo, el primer puesto en el PIB del mundo. No sería la primera vez que Europa no es la niña mimada del planeta. Aún así, hay que tener esto en cuenta. El señor Osborne chantajeó a la UE con la peregrina idea de retomar el marxista modo asiático de producción, pensado entonces en la india (británica) y que hoy asumiría china (con condiciones semejantes en algunos aspectos a las minas de margen izquierda de la ría de Bilbao a finales del siglo XIX) de salarios bajos y competir en ese nivel. Obviamente, la UE no puede hacer eso, debe ser industrial, tejido productivo, valor añadido, esa es la clave del progreso. Y unir. Como con el acuerdo ferroviario 4.0 que abririrá oportunidades de negocio dentro de la UE y el mercado común inimaginables a día de hoy. El futuro es competir con inteligencia. Ser algo distinto, y Europa, con su modelo de Estado de Bienestar, que, del mundo, aporta el 40% del mismo, es la seña de identidad. Reino Unido lo quería desmontar. La UE lo debe preservar. Y ser faro de difusión de un compromiso humano, con la persona, desde la cuna hasta la tumba, para que nadie quuede atrás, ni perdido por el camino.
Europa sólo puede tener futuro si se une. Separada no puede lograr sino la decadencia. Y la insignificancia. Es lo común lo que da fuerza para negociar con los grandes. Y sólo siendo fuertes puede la UE volver a ser grande. Un dato, tal vez menor. En 2004 la comisión europea sugirió una contabilidad de medallas en los juegos, también, de la propia UE, de sus integrantes. Reino Unido dijo que no. El nacionalismo no es el culpable del freno de la integración. El egoismo si. Y el echar las culpas de todo lo malo a Europa, y asumir lo bueno, para uno mismo. Aún cuando en el camino ha habido importantes ayudas de la denostada UE. Para lo bueno, y para lo malo. No sólo lo último. Y hay que valorar que algunos países en el ojo del huracán han hecho cosas mal. Ahora bien, también hay que poner todo en su contexto, y exenciones e indulgencias aplicadas en el pasado a algunos, debe poder aplicarselas a otros en circunstancias equivalentes. Eso si, esto no puede servir de excusa a quienes han gastado más que sus ingresos. Una economía sana, al nivel que sea, no puede endeudarse de manera injustificada. Hay que crear riqueza para poder redistribuirla. Sin riqueza que crear, como diría Churchill, sólo se distribuye la miseria. Y la UE está para otra cosa. Para el bien común, del conjunto. Unidos en la diversidad.
Europa debe ser un proyecto por sí, y para sí, para los países libres de Europa, un proyecto que nos evite cualquier influencia externa. Algunos piensan en el oeste, inmediatamente, en los Estados Unidos de América. Pero les invito a pensar en el este, en la Federación Rusa. De unos y de otros. Aliados sí, pero bajo nuestras condiciones. Una Europa de países libres con voluntad libre. Y para eso hay que combatir, pues hay países que no son libres para su ingreso en la UE. Como Georgia, como Azerbajan, como Moldavia, como Ucrania … con conflictos abiertos en su interior, bélicos, saben que la UE no los acogerá en su seno como miembros de pleno derecho. Geoestrategia, es un juego en el que la UE debe y puede competir, como un actor por sí en el mundo. La UE, Europa, para los europeos. Hay que trazar una lína, y no retroceder de ella. No más allá. Defender lo nuestro. Y defender el derecho de otros a venir con nosotros. La cara A del brexit con la salida de Inglaterra de la UE debe tener la cara B de ayudar a los ucranianos a combatir su terrorismo interno, estilo guerra de guerrillas, en el Donnbass, para que, si así lo quiere la nación ucraniana, asumir su compromiso con la integración comunitaria, a unos ritmos adecuados y acordados.
Sin la UE, Europa no tiene futuro. Es un proyecto cooperativo, que va mucho más allá del Euro, la inmigración, y las zozobras coyunturales, las crisis del capitalismo, que son sistémicas. Si, el capitalismo es riesgo. Pero, como con la democracia, parafraseando a Churchill, es el menos malo sistema que hemos conocido. Como todo, el “delito” está en su aplicación. Hay que perfeccionar sus aplicación. Y eso es una tarea colectiva que nos compete a todas y todos. Quien no asuma su responsabilidad, es un idiota. En el sentido de la antigua Grecia, concretamente, de la Atenas de Pericles. Ahora, el mayor peligro, es que el ataque al proyecto comunitario, es gratuito. Se construye mirando hacia escandinavia y algunos votan mirando a Nicaragua o a Zimbabwe. Dos son las claves de la carencia, de formación e información del proceso de construcción europeo, dando por supuesto que la gente va a apreciar e interiorizar el proyecto comunitario, eso por un lado, y por el otro, el escaso valor que se concede al pensamiento crítico por parte de la persona, en general, y para esto, valga el voto rural en Inglaterra en el Brexit en donde no hay inmigración, y ha salido afirmativamente al Leave y el voto urbano donde sí hay migrantes y ha barrido el Remain. Y como autocrítica, Inglaterra no se agotaba en Londres. Todos y cada uno de los pueblos y ciudades son también Inglaterra. A tenerlo en cuenta.
Sin Inglaterra, hay que retomar el proyecto de construcción cada vez más estrecha de unidad en la diversidad, una Europa de los pueblos, una Europa de los ciudadanos. Una Europa con cara y ojos, de personas, con problemas que resolver, sin olvidar lo micro y lo macro. Sin olvidar que, a diferencia de otros proyectos de unión entre diferentes, este es voluntario. Aquí no habrá un Lincoln, el escenario es otro. Ha habido crisis anteriores, en el proyecto comunitario. Muy importantes, y se han superado. Tanto que ahora, ya no se acuerdam. Ni la Comunidad Europea de Defensa, o el caso de la Silla Vacía. Y tantos otros. Afortunadamente por un lado, tristemente por el otro, porque quien no tiene memoria de su pasado (y más cuando es pasado reciente, segunda mitad del siglo XX) está abocado a repetirlo. Ahí está la futura salida de Inglaterra. Sirva para repensar el proyecto comunitario, para desmenuzarlo, socializarlo, difundirlo, discutir sobre el, convencer de que es el marco en que nos tenemos que desenvolver Sí o Sí, que es nuestra realidad. Y afrontar el reto de su mejora, de su impulso hacia un mañana mejor, de todas y todos. De integración, de solidaridad, de igualdad y de libertad. Sin miedos, sin prejuicios. Es el futuro lo que está en juego, y no podemos permitirnos el lujo de perder. Al final del camino, como en el poema de Kavafis, nos daremos cuenta que se dirige a un horizonte que se retrasa como una puesta de sol inacabable, en la que debemos poder defender la UE ante quien la cuestione. Somos Europeos, y por ello,somos UE.