(Catalunya a España, 28 de Octubre de 2017)
Asumamos que una patria es como un piso. Depende de muchos factores el que sea seguro y estable. Pongamos como ejemplo que se está produciendo una transferencia de propiedad, bien por compra/venta o que el antiguo propietario (dueño del bloque o de varias viviendas en el barrio) formaliza la transmisión (pudiendo no haber visitado el piso más que en revisiones ocasionales, pudiendo igualmente ser un pariente del posible futuro titular, padre o tío, por ejemplo) del inmueble. A poco que el inquilino, que, pongamos, lleva años de convivencia y ha puesto el local a su gusto (a semejanza de las señales de tráfico en todo el mundo, los lugares comunes en un hogar son reconocibles) se haya separado del cauce común, tendrá códigos propios sólo reconocibles por sí mismo. Y es así que si en un momento de duda o de retractamiento en el trato, entra (por la fuerza?) y quiere retornar a la “normalidad” de un piso normal de ese bloque o barrio, necesariamente deberá contar con la colaboración del inquilino para activar los resortes que sólo el conoce … pero, y si se niega? Como conseguirá entonces el sobrevenido ocupante lograr sus “pacíficos” objetivos? (más…)