A primera vista quizás pueda resultar chocante esa agrupación de términos. Esperemos ser claros antes de finalizar. Y es que, en el fondo, tienen elementos en común, en tanto que hacen referencia al Bréxit que el DUP norirlandés está impulsando y al seppuku foral que UPN está llevando a cabo. Se refiere a esa forma de liderar de Theresa May con esos platillos voladores que popularizaron en las Españas Enrique y Ana y que tiene su contraparte en un tal Esparza, que fue alcalde con Ikurriña, pero ahora … Un concepto de Brexit y un concepto de lo Foral. Tan compatibles o incompatibles como el improbable matrimonio entre la burgalesa (y no por ello menos navarra, ejem, recuerden Atapuerca, la batalla) Yolanda Barcina y el aragonés (y muy español, mucho español, caso Endesa) Manuel Pizarro. Si es que, ahora, hasta ve con otros ojitos lo del Convenio. Lo que hace el amor. A fin y al cabo, no es la cosa ser feliz? Claro que, no a cualquier precio. Por nuestra propia salud.
Si hay algo que es un terrorífico caos es el Brexit. Para que? Porque, como apunta cierta película protagonizada por el Dr. Stephen Strange (o el que le interpreta, no me acuerdo), son las causas estructurales las que han cristalizado. En tanto que molestarse por pequeñas cantidades que van cristalizando una deriva reaccionaria no es un problema. Como esa presa en los tiempos de la esposa de Salomón (quien recuerda su nombre?) cuya limpieza fue postergándose, hasta que sólo un pequeño canal llevaba agua en dirección al muro, acabando por implosionar. No es el Brexit, es los años y décadas en donde no hubo defensa del proyecto Europeo. Es las décadas en las que la circunscripción uninominal británica permite ganar el escaño con un 35% de los votos, despreciando a los demás. Es cuando para estar en el censo, hay que apuntarse. Si, esto es EEUU, pero no está tan alejado del modelo anglosajón. Es cuando no incluyes a todo el pueblo, sino al que te interesa para tus objetivos. Y con la parte del todo que vota buscas una mayoría suficiente que vote por ti, despreciando los demás, salvo a la hora de contar impuestos. Que, por cierto, es raíz y base de la independencia de EEUU. No aprender la lección de la historia es cuestión universal. Y de eso, viene el Brexit. Lo que sea, salvo lo de ahora. Y no se dieron cuenta que cualquier cambio no tenía porque ser a mejor. Y eso es lo que pasa.
Si tenemos en cuenta la teoría del quesito, en la sociedad navarra votante, entre un 20 y un 30% de los votantes eran y son votantes de opciones denominadas del “nacionalismo vasco”, esto es, EAJ-PNV y eHBildu. Actualmente. Bueno, Geroa Bai, que es más que el PNV, pero mejor simplificar, claro. Por ese reparto, Miguel Sanz, el último mohicano foralista (a su manera, claro), pensaba que la única manera de establecer un gobierno sólido era desde la suma, primero de UPN con un pp subordinado, jibarizado y pequeño, en Navarra (verdad, señora Beltrán?) que sumara en parlamento y gobierno con el PSN, que para algo se crea de la nada más absoluta en 1982. Como hará, posteriormente Podemos, sin la necesidad de un pasado común de los cuatro herrialdes forales en un ente común que romper, sólo declaraciones sin valor alguno de llevar a cabo. Porque el votante era lo de menos, lo importante era gestionar el corralito a su gusto. Un poco como Bibi (Netanyahu), que primero gobernó con los laboristas, para terminar con los ultraortodoxos. Siempre que el fuera el líder …
Reino Unido tiene 3 opciones con el Brexit. Una, aceptar en el parlamento el acuerdo firmado, tras árdua negociación. Y eso significaría quedarse en una Unión Aduanera para siempre. Debido a la salvaguarda irlandesa, cuya modificación significaría traicionar al pueblo y gobierno de Irlanda. De toda Irlanda. Porqué? Porque en el norte de Irlanda, en el Brexit, votaron remain, quedarse, con una clara mayoría. Y que en la última votación a la Asamblea, de 90 escaños, 60 fueron a formaciones del remain, y sólo 30 a formaciones del leave. Con la salvedad de que 28 de esos 30 son del DUP, que en Londres tiene los 10 escaños que necesita Theresa May para estar en el gobierno. Que no para el asunto del Brexit. Son cosas distintas. Porque el DUP quiere el status quo actual. En Irlanda. Pero sólo un dato. En el momento de la división, Belfast era la ciudad más pujante de toda Irlanda. Sin división era el líder natural. Dublin era un villorrio bucólico-pastoril, con más cultura y arquitectura que actividad económica. Gracias a la partición impuesta por el lobby norirlandés (como más tarde pasará con las Falklands), el futuro de Dublin es ser la capital de un estado soberano, y la de Belfast, la decadencia. Las elecciones tienen consecuencias. Es inevitable. Dos, no salir de la UE. Hacer como que todo lo que ha ocurrido no ha pasado. Imaginaciones de ustedes, malvados. Quien quiere irse? Nadie. Pues eso, británicos con banderita de Europa y listo. Como? Segundo referéndum o lo que sea. Ellos se metieron, que salgan ellos. Prueben con polvos flu. Tercera, salida a las bravas. Sin acuerdo. Oh, si. Hundimiento de la pérfida albión, y por su propia decisión. Porque al acuerdo negociado no hay que cambiarle una coma. Hacerlo es traición. En tanto que las cesiones ya se hicieron. Mutuamente. Y ese capítulo está cerrado. Y firmado. Si no aceptan la ratificación, es lo que debe pasar. Que se vayan al carajo mil veces, que diría Hugo Rafael.
Esparza quiere ser Presidente de Navarra. Para que? Ya lo pensará de aquí a entonces. Igual cuando entre en el Palacio Marqués de Rozalejo … o era Navarreria? Que más dá. Donde está la Barkos, sacarla, y poner un cuadro de su padre (Sanz) y de su madre (Barcina) y una plaquita de bronce delante del portátil que ponga “Presidente Esparza”. Y listo. Cueste o lo que cueste. Con quien cueste. Se acuerdan aquél candidato por A Coruña al que le preguntaron cuales eran sus propuestas para la provincia? Su único cartel era Albert Rivera. El ni aparecía. Y dijo que ninguna. Que eso si tal después de ser electo. Pues lo mismo. Porque era del mismo Ciudadanos que Carlos Pérez Nievas. Que quien es? Pues igual no se acuerdan, pero en el medioevo, antes de la abdicación del Campechano, existió en Navarra una escisión centrista y foralista no xenofoba ni racista con el nacionalismo vasco, presente en Navarra (EAJ PNV desde 1906, por ejemplo) y compuesto de gente tan navarra como la de UPN. Se llamó CDN, y uno de sus líderes era … Pérez Nievas! Coherencia. Lealtad ideológica a un proyecto. Si señor. Y ahora ponen en duda la foralidad y el convenio. Hermano gemelo univitelino del vasco. Pero, nada que ver. Como Austria y Alemania, que no hablan el mismo idioma por el mero hecho de ser dos estados aparte. Y es que la razón de fondo, en parte, viene de fuera, la competencia entre PP, C’s y, oh, si, Vox, por el espacio electoral. Y eso incluye un programa surgido, si, en las escuelas, en el siglo XIX, de nacionalismo español, centralista, unitarista, jacobino … por el poder, es cierto, Esparza, como algunos de sus mayores, en lo que ahora es UPN, están dispuestos a sacrificar lo que sea de su identidad, todo con el mero afán del poder por el poder, en vez de como instrumento transformador de la realidad en un cambio en positivo. Y ese es un problema grave. Del que el pueblo debe dar cuenta.
Theresa May no era fan del Brexit. Dicen que votó en contra. Y como se hizo primera ministra pues? Cameron dimite. Fue incapaz de afrontar sus desafíos, como premier. Y fue intentando cabalgar el tigre sin darse cuenta que soltar lastre al pueblo, sin vocación de encauzar nada, porque meter la cuchara puede ser contraproducente en las expectativas electorales, conlleva ser devorado por el mismo. Antes o después. Creyeron que como ganaron el referéndum escocés, podrían hacer y ganar el del Brexit. Cuando eran dos terrenos de juego diferentes. En Escocia todo el mundo sabía (y sabe) que Escocia es una nación. Una de las cuatro del Reino Unido. Identidad preservada. Por eso el debate fue sobre lo racional. Nos conviene? Si o no. Y esa era la independencia. En el Brexit los datos importaron un carajo. Mentiras sobre mentiras. Como? No tanto eso de que una mentira dicha mil veces se convierte en verdad. No. Una mentira que sea bien grande, cuanto más grande mejor, para así la gente entre a matizar. Y ahí has ganado. Como en la inmigración. Que entonces importaba mucho. Ahora ya no. Y May negoció sobre todo ese tema. Descuidando los demás. Por eso pasa lo que pasa. Y alguien tenía que ser PM. Quien? Boris? No, ella es mucho mejor. Lo sabe. Y por París, digo, Londres, bien vale una misa. Se convirtió. Los hay que pensaban en un reset del todo mediante el Brexit, empezando de cero. Pero eso es imposible. Tanto como tomar decisiones racionales, que es lo que se supone debe ser la política, en base a elementos no sustentados en datos verificables. Y en Cambridge Analitica. Que eso ayuda a sacar gente de la abstención y la apatía y juntarla coyunturalmente en un escenario de artificialidad. No perdurable, como una performance. Eso es lo que tenemos. “Mayorías Instagram”, sacar la foto, colgarla, y se diluye como un azucarillo. Pero suficiente para cumplir con las expectativas de quien hace el diseño, del que necesita el respaldo popular en un momento dado.
Felizonia era un planeta a donde iban a salvar a los elegidos. Para entrar había que donar todos tus bienes y vivir en la comuna de la comunidad. Hasta ser llamados para ir en la nave a ese precioso Edén de sus sueños. Felizonia es, en definitiva, el dominio de los pocos sobre los muchos, que se quedarán atrás, inevitablemente. Y en verdad, eso es contrario a la Carta de Juan Sin Tierra, y su desarrollo posterior. Y es contrario a la construcción foral. Porque el fuero es mucho más que la ley, es la forma en que se construye esa ley. Como lo demuestra, por ejemplo, la forma de redactar el fuero viejo de Bizkaia en el siglo XV, o el fuero nuevo en el XVI, y que tiene reminiscencias en el proceso de redacción del proyecto de estatuto de Estella/Lizarra en 1931-32, como lo demuestra “Navarra, ¿Porqué no es un Estado?”. Foralidad es democracia construída de abajo a arriba. Sin miedo a lo que el pueblo te diga, en más de un momento, no en uno puntual. Por eso el reconocimiento de la democracia participativa como complemento de la representativa encaja tan bien en el ideario foral. En el de verdad, no en el postureo que pretende confrontar lo foral con lo autonómico cuando son dos definiciones del mismo hecho, al menos, en las cuatro hermanas forales. Por eso, tanto May como Esparza procuran limitar lo participativo a lo mínimo imprescindible. May quiere que los escoceses no voten en un segundo referéndum, aunque se les dijo que votaran no a la independencia porque saldrían de la UE. Inmediatamente. Y luego votaron por dos tercios por quedarse en la UE. Y Esparza teme que un día los navarros les de por dar una mayoría parlamentaria a unos partidos partidarios de un algo en común de las cuatro forales, antes de que (“Navarra nunca dijo no” de Jimeno Jurio) se manipulara y rompiera el mandato imperativo. Otro día explicamos que es. Y es mejor a convencer al pueblo, excitar sus bajas pasiones, y cercenar sus derechos. Eliminando la transitoria cuarta. Y es que, para algunos, lo foral es la forma de ellos gobernar sin supervisión, dentro del marco que sea y como sea, tal y como denunció el manifiesto foral, tras las sentencias de 2014, que limitaban claramente el hecho foral navarro. Y gobernaba UPN …
En definitiva, May y Esparza, UPN y el DUP, todos ellos, en este Brexit Foral, quieren salir de lo que hay, tener el poder, la razón y la gloria. Ellos ir a Felizonia. Y vivir allí lejos. Y si para ello hay que, tras el acuerdo de gobierno andalúz, entre Vox, C’s y PP, acordar UPN con PP, y luego juntar a C’s, para luego incorporar al PSN, pues se hace. Aunque eso ponga en duda el convenio, la foralidad en su verdadera expresión y el futuro de navarras y navarros, depositado bajo el peso (muerto) de quienes firmaron en 1841 el acuerdo que, expresamente, queda fuera de la disposición derogatoria segunda. Por más que la foralidad de Navarra descanse en la disposición adicional primera, negociada exclusivamente por EAJ-PNV en el período de la transición. La realidad molesta, para ir a Felizonia, donde los pocos serán felices por siempre hay que construir ese momento, único e irrepetible donde las cosas queden congeladas en una decisión imperecedera. Pero el Brexit ha demostrado que las deciones tienen consecuencias. Y esas consencuencias no tienen porqué ser ni buenas ni beatíficas. Y por eso mismo, el pueblo de Navarra tiene la oportunidad de afrontar las decisiones con la obligación de estar formado e informado. Y elegir sabiamente. Escarmentando en cabeza ajena experimentos en los que, no por ser posible, es necesario ser hechos. Y saber el para qué de las cosas. Política de las cosas. Para personas, conscientes de sus derechos y obligaciones, en un mundo donde el bien común vuelva a estar encima de la mesa. Un país libre de ciudadanos libres. E iguales. Y para eso no hay que ir lejos para ser faro de derechos universales. Ni siquiera a la carta magna inglesa, pues Simmon de Montfort, creador del parlamentarismo inglés, lo pudo sacar de la foralidad tradicional en sus veraneos en Gascuña. En la propia tradición foral, en los infanzones de Obanos, por ejemplo, hay verdades universales, de navarros, por navarros y para navarros. Seguir ese camino consolidará el camino del cambio de 2015, para dejar siempre en manos de las navarras y los navarros lo que deban ser en el futuro. Por más que, y ya lo siento, les suponga perder sus opciones cara al viaje hacia el planeta Felizonia. O, en vasco, Brexit Forala Naranjapolis.