Si, en este país ha habido miedo. Y sigue habiendo, en cierta manera, Miedo. Y no, no me referiré al miedo que produce una violencia explícita, que la ha habido y mucha. Cuando cayó la ladera, sobre la autopista, entre Zaldibar y la Muga con Gipuzkoa, debió haber caido el velo de los imponderables que nos han llevado a esta situación. Y es que el terror se puede manifestar de más de una forma. Y la coacción, el materialismo dialéctico, y una forma de hacer las cosas, se han infiltrado como mal menor en una sociedad que merece ser libre, que merece sentirse y vivir en libertad, en libertad no solo política, sino también sindical y económica.
Cuando cayó la ladera una empresa se vió involucrada. Una empresa privada, con una concesión, si, pero como hay en muchos otros sectores, desde el del Taxi hasta otras, que son reguladas por el Estado. En sus diferentes vertientes. Pero siguen siendo empresas privadas, que deben asumir sus riesgos. En un capitalismo de amiguetes, donde se socializan las pérdidas, pero las ganancias siguen siendo particulares, esto funciona de maravilla. Pero es que los empresarios de verdad, en lid de la libre competencia debieran señalar a los que hacen estas cosas, para purgarse de mancha o tara. Y lo mismo en el sindicalismo. A toro pasado, todos dicen macho. Pero la cosa es antes. No tenian comité de empresa, dicen. De quien es culpa. Pues parece que ni de la empresa ni de los sindicatos. Se lavan las manos y ya está. Y no pasa nada.
En Euzkadi se ha pasado miedo por las manifestaciones, concentraciones y presión popular de los que hacen cadenetas y hacían marchas hacia ninguna parte cuando otros hacían las nada glamurosas tareas de hacer infraestructuras, tejer acuerdos en torno al estatuto, el concierto, leyes importante, e instituciones de pais. Mejor dicho, estructuras de Estado. Consolidadas en nuestro pequeño país, por el esfuerzo y tesón de unos pocos. Pero esos éxitos necesitaron de ceder. Como, por ejemplo, en Lemoiz. Hoy las Centrales Nucleares, si, lo reivindico, como otros muchos en el mundo, son una energía verde, que ayuda a combatir ese cambio climático extremo que dicen ha agudizado el ser humano. Y lo mismo se puede decir de las incineradoras, que Europa pone como mejor elemento de eliminación de los residuos, siempre que sea posible. Pero en este pais los había y los hay que dicen que incineradora un muerto cada hora, sin querer ver que Amsterdam o Viena las tienen integradas en su casco urbano o Suecia importa basura para la generación de energía. Queremos lo verde, pero que no lo ponga el PNV, el partido verde. Sólo faltaría.
Se olvida facilmente cómo la diputada foral de bildu aquella, Larraitz Ugarte, cerró muchas veces autovías y autopistas de Gipuzkoa, con cabreo de los conductores, para hacer catas para poder buscar posibles actos de corrupción del PNV. O que pidió ayuda a la Guardia Civil, porque, decian, no se fiaban de la Ertzaintza. Como esos autobuses en Alsasua, de su gente, que en plena nevada, pidió ayuda a la benemerita y no a la policía foral. Los que hoy dicen que no hay mayoría suficiente para la independencia, obviando el alto grado de no dependencia que gozamos, como paso para intentar un acuerdo con psoe y podemos. ¿Porque cuando les excluyeron de la ponencia de autogobierno eran malvados españolazos y ahora si es con ellos si vale? La viga en el ojo propio que denuncia la paja en el ojo ajeno. Pronto se olvida que el ayuntamiento que dio la licencia fue uno de Bildu, que rigió Zaldibar entre 2011 y 2019, se olvida que Medio Ambiente del Gobierno Vasco lo ha llevado PSE y EA en los últimos 25 años, por lo menos. Se olvidan a los técnicos, se olvida, por supuesto, a los sindicatos, y a la propia empresa. Sólo existe el PNV y el Lehendakari. Fantástico.
Y volviendo al inicio, se debieran haber tomado decisiones que habrían evitado cosas como esta. Polémicas. Es posible. Pero de país y con visión de futuro. Pero una, no oposición, sino facción reaccionaria, del estilo de los que dieron el golpe de estado contra Gorbachov en agosto de 1991, ha puesto el freno a este país. Hemos tenido que ir al relantí muchas veces para no fracturar la sociedad más de la que nos la habían fracturado otros. Porque si alguien ha trabajado por este pais, y se puede demostrar, es el PNV, y si hay un estadista, en los vecinos y en Euzkadi, se llama Iñigo Urkullu Renteria, Lehendakari. Pero es que de fondo, si se va a acusar de cualquier cosa directamente a lo público, si se va a saltar la responsabilidad de empresarios y sindicatos, quizás sería mejor seguir el consejo de fondo, y es que sobra el modelo de concesión, o, si se prefiere, el de empresa privada. Que sean empresas públicas y con funcionarios. Como en Euzkadi Irratia. Brevemente. Surio, cuando entra el PSOE en Ajuria Enea (también con ínfulas de buscar debajo de las alfombras, hasta sólo dar con el entarimado, para disgusto del redactor de Vocento que estaba allí acuartelado) se fichan el triple de trabajadores de los necesarios. Cuando llega el PNV de vuelta a EiTB (o eso dicen), se hace una OPE para asegurar en firme los puestos necesarios, pues todos eran eventuales. Pura y dura oposición. Los mejores. Pero eso molestaba. Y LAB, como sindicato mayoritario, amenazó con romper mitines, y más. Hasta que se aseguró que los suyos permanecerían. Entonces se acabó el conflicto. ¿Ese es el modelo? Perder, a veces, para ganar, puede ser útil. Pero a veces cansa perder en cosas de nervio. Y más cuando las consecuencias de no haber tenido la suficiente valentía nos lleva a cosas como las de Zaldibar. Y es algo que hay que rectificar. Cuando nos vengan diciendo neoliberales democristianos que atacan al proletariado vasco, hay que ponerles frente al espejo, a cada uno el suyo, sea con el amianto el Laudio o con lo que sea menester. ¿Ir a la esquina diciendo “por favor, no me pegues”? No, nunca más. #OrgulloJeltzale