Seguramente los religiosos son los únicos, cual viejos augures en el imperio romano o en el oráculo de Delfos, que son capaces de ver el futuro sin rubor de fustigarse a posteriori con el baldón de haberse equivocado. Economistas, Militares y politólogos solemos poner encima de la mesa bajo el celofán del mañana las lecciones extraidas del ayer. Como de la guerra de 2014, que ahora perdura, en parte de Luhansk y Donetsk o la toma de poder en Crimea. O en la guerra del Nagorno Karabaj de 2021. O de la guerra de Osetia del Sur en Georgia de 2008, violando, por cierto, Rusia, la tregua olímpica en los Juegos Olímpicos de Beijing. Son demasiadas veces las que se asume la propaganda de parte para ser usada como presunta imparcialidad. Se dice, por ejemplo, que Ucrania necesita un estatuto de neutralidad. Pero, ¿quien lo dice? Finlandia lo fue por unas determinadas circunstancias de la Historia. Y lo mismo Austria. Por cierto, el Memorándum de Budapest sobre Garantías de Seguridad es un acuerdo político firmado en Budapest, Hungría, el 5 de diciembre de 1994 existe, y es referencia obligada sobre el asunto ruso en Ucrania. Y es que hubo un tiempo en el que Rusia, en los años 90, pudo especular en el acercamiento a la OTAN y la UE, incluso, una posible perspectiva de integración futura, en unos tiempos en los que incluso Israel pudo haber ingresado en la Liga Árabe. Los felices años 90. Otro tiempo, otros esquemas.
Rusia no es la Unión Soviética, y el ruso tiene dentro los poetas y novelistas que hicieron grande su literatura, pero con miedos ancestrales, atávicos, que cada pueblo, cada país, cada nación, en los grandes cauces de sus gentes, de la población, conforman una mentalidad, en su caso, defensiva, desconfiada y catastrofista. Putin se cría en las ubres de la KGB, pero esta bebe de la doctrina de la policía secreta del Zar, que creó los protocolos de los sabios de Sión, ese libelo antisemita. Los rusos de hoy viven en un país que tiene menor PIB que Italia, que tiene menor renta per cápita que Rumania. Y que apenas tiene fondos para renovar sus flotas, aeronavales y terrestres, heredadas de los tiempos de la antigua Unión Soviética. Tiene propaganda (RT por ejemplo mediante), tiene su ejército, y tiene el arma nuclear. Económicamente es un país del tercer mundo, pero es una potencia geopolítica. Se menciona que el gas y el petróleo es su arma, pero se fijan en el comprador, y no sólo es ese el punto de vista, sino también en el vendedor. Si tienes oferta, pero no existe demanda, los rusos no se pueden comer los hidrocarburos, y menos cuando la política de Rusia en los últimos 30 años ha sido negar la concreción de valor añadido, y obtener beneficio de las materias primas sin procesar, y sin ejecutar planes de infraestructuras dentro del país. Por lo tanto, si Europa no compra, se la tienen, tal vez, que envainar, y siguen siendo un país de exportaciones en esas dos materias primas, además de alguna otra, con lo que el país puede sufrir y bastante, y por lo tanto, el riesgo es múltiple. Por cierto, aunque sólo sea por asunto interno en Xinkjian o en Taiwan, China no apoyará a Rusia en esta aventura para con Ucrania, sirva como curiosidad. Son ciclos de ida y vuelta, y un Lukashenko en Bielorrusia, un Tokaev en Kazajistan, si necesitan apoyo, se giran, y encuentran, tal vez, el apoyo de Putin. Pero, si Putin tiene problemas dentro de Rusia, se gira, ¿ante quien puede apelar en busca de ayuda?
Rusia debería pensar a largo plazo, mucho más allá de esa icónica fecha de 2036, año hasta la que se quiere poner encima del Kremlin las posaderas de un Putin quien tal vez su formación soviética le impide dar el paso de un Napoleón y coronarse Zar de todas las Rusias. Los desafíos son grandes y hay quien diría que se debe conformar en el escenario del presente y del futuro a ejercer el puesto de China en la guerra fría, como tercer plato, equidistante de los otros dos grandes, pero cuando China parece ejercer el puesto de la URSS, Rusia quiere seguir ejerciendo el papel de la URSS ella misma, y realmente no puede, no tiene capacidad. Y debiera pensar que la percepción geoestratégica desde China tras los años 90 es de debilidad rusa. No los ven ya ni siquiera en paridad, sino como un potencial edecan del futuro. Alguien de quien servirse. Rusia, si ataca Ucrania, afronta doble desafío. Uno, perder, y que la gente vea que son débiles, y poco fiables. Porque la OTAN y sus miembros es algo distinto de países o regiones con los que se ha enfrentado, ya sea en Chechenia o en Siria. Y por otro lado, los principios de aplicación pueden ser un calco, no ahora, de inmediato, pero en años y décadas por venir, para que China incorpore Mongolia, y un poco después, amenace la supremacía rusa de una Siberia poco poblada y que ya está siendo incorporada por asimilación en algunos pueblos, cerca de la frontera, pero ya dentro de la federación rusa. La única posibilidad de garantizar un futuro ruso de Siberia, décadas hacia el mañana, es con un acuerdo con los occidentales. Un acuerdo de paz sólida, que permita a los países europeos hacer y ser lo que consideren, sin que Rusia sienta amenazada su existencia. Superando los clichés de la guerra fría, en la que sigue inserta la mentalidad de un Putin, cuando la realidad del mundo ha discurrido hacia otros vericuetos. Un mundo donde es posible tener cordialidad siempre que haya alteridad. Que es lo que falla. Nunca reconocieron sinceramente la independencia de Ucrania, lo mismo que en agosto de 1920 se produjo la batalla del milagro del Vístula, a las espaldas de Varsovia, por la supervivencia de una Polonia bajo la hégira del héroe Pilduski, porque no reconocían de verdad, la URSS, la independencia de la hoy miembro de la UE y la OTAN, como lo son Estonia, Letonia y Lituania. El futuro puede ser y debe ser, brillante, de colaboración entre Europa y Rusia. Y que según y cómo, se puede encontrar que Finlandia y Suecia entren en la OTAN de inmediato. Jugar no sólo es cosa de uno. Es un juego a muchas bandas. Y si Rusia quiere paz, lo primero que debe hacer es lo que dijo Benito Juárez en México: el respeto al derecho ajeno es la paz.