A un mes de guerra tiránica y cruel, impuesta por la vía de los hechos, por más que en realidad son cerca de 8 años desde que la noche antes de la firma de un acuerdo de asociación entre la UE y Ucrania el Zar Putin llamó a su entonces títere Yanukovich para que no lo hiciera, provocando el descontento popular y desencadenando el Euromaidan. Hoy la democracia prevalecerá. Cualquier solución o resolución a una paz que ponga fin a la guerra será refrendada por el pueblo ucraniano. Gloria a los resistentes. Porque eso han hecho, resistir la invasión y la ocupación. Sería de locos pensar que como existía un plan ucraniano de invasión para dominar toda la Rusia Europea y hacer un desfile triunfal con Zelensky a la cabeza por Moscú, era inevitable que Rusia entrara en una guerra existencial. No, lo único existencial es la carrera de un Putin aterrado con lo que le ha pasado al amigo Lukashenko en Bielorrusia y lo de Tokayev, discípulo del anterior, que procuró manejar desde un segundo plano, pero eso naufragó en Kazajistán. Por cierto, los rusos también dicen allí que el tercio norte es Rusia de toda la vida. Que se anden con ojo, puesto que el 50% del comercio es con países de la UE. Y al Oeste del río Ural, dentro del país, es continente europeo.
Ucrania ya ha ganado porque lo que ha hecho Putin utilizando los resortes del poder de Rusia es innenarrable. Increíble. Ir a una guerra del todo punto innecesaria. Porque, ¿cuales son los objetivos? ¿Cuales son los logros que pretende conseguir? Que no hubiera podido lograr negociando políticamente, con una velada amenaza, si, pero no ejecutada. Y al hacerlo ha demostrado que no merecen el puesto de segundo ejército del mundo, lo mismo que tampoco lo merecía el tercero o cuarto, decían, de Iraq, en 1990. Muy exagerado. Se han metido hasta el corvejón en Ucrania y no están venciendo. Como dijo Unamuno, podréis vencer, pero no convenceréis. Es más, lo de que tenéis fuerza bruta de sobra está en cuestión. Todos los que hayan comprado armas a Rusia están revisando en estos momentos sus almacenes y sus Santa Bárbaras, para descubrir la basura de armamento que les han endosado. Ucrania estaba en la parte baja de entre los 20 mejores ejércitos del momento. Pero tienen lo más importante. Motivación. Ganas de prevalecer, de luchar, de sobrevivir. Los hay que querían parar la guerra, gesto loable, pero con una inmediata rendición del agredido. Es como decirle al líder del EBB del PNV Juan Ajuriaguerra y al futuro Lehendakari Aguirre el 18 de julio de 1936 que se olviden del Gobierno Vasco y del Eusko Gudarostea. Que se olviden de comprar armas, y se rindan sin luchar. Una lucha, cuya última txanpa, duraría 3 meses, cuando toda Francia caería, algo después, en 3 semanas, con un indudable mejor ejército del que disponían los vascos. Como ahora, entonces, la clave está en el aire. Pero esa es otra historia.
Si Putin creía que separaría a los ucranianos de las zarpas de occidente se equivoca. Si pensaba alejar Ucrania de la Unión Europea, de la OTAN, de los Estados Unidos y los países europeos, incluso aunque venza la guerra, habrá perdido la paz. La solidaridad creada será imperecedera, los rusohablantes y rusos étnicos de Jarkov, de Melitopol, de Kiev, de Mariupol (la Gernika de nuestros días) y Odesa, se sentirán más ucranianos que nunca, porque Putin, el agresor, les ha arrasado sus casas, como las de sus vecinos. Les ha laminado su presente y su futuro, a la par que muchos de los recuerdos. La solidaridad reconstruirá lo material. Lo moral, las pérdidas humanas, sanarán, con más tiempo. Pero el aislamiento y segregación respecto al agresor, eso quedará como espina clavada, junto al Holodomor de 1932-33, para toda la eternidad. El pueblo ucraniano tendrá memoria de quien hizo qué y cuando. Zelensky, como Aguirre, tendrá su lugar en la memoria de los liderazgos valientes y valerosos. Ucrania podrá pasar tiempos de dificultad. Puede que pierdan la guerra, pero han ganado su identidad, y su libertdad. Y eso, incluso con el frío invierno del totalitarismo, con el fuego de hogar del corazón, es una victoria que nadie podrá apagar. Más pronto que tarde las bombas dejarán de caer. Un día el pueblo ucraniano tomará las grandes avenidas y retomará su vida nuevamente, como en el Santiago ensangrentado, donde podrán sentir, ser y reconstruir el país de sus sueños, la patria de los ucranianos libres e iguales. Gora Ukraina Askatuta!