Érase que se era, con la fuerza del viento del Norte, que don Miguel Ángel Revilla Roiz logró la presidencia del gobierno de Cantabria en el verano de 2003. Y con la marea azul de 2011 la perdió. Aún bajo aquél manto se encontró con un servidor en el día del niño en la península de la Magdalena, y se sacó con un servidor la primera foto juntos. Nacho Diego enseñorearía por Peña Herbosa los siguientes cuatro años. Período de reflexión y recogimiento, desde la oposición en la Montaña. En ese contexto escribí artículos y documentos más sesudos, en principio con la mera idea de poner en valor el pensamiento regionalista, el cantabrismo del siglo XXI. Pero llegó el momento en el que el reflujo de la marea hizo retroceder las aguas, y el retorno del hidalgo de Polaciones estaba cerca. Por dos veces, una infructuosa, otra con éxito, el día del libro, en el solárium de Alfonso XIII, cerca del Banco de España, en Santander, con la editorial Tantín, el arrejuntao de estos documentos se ofreció para su publicación con este venerable sello cántabro. Qué ingenuidad.
Junio de 2015 sería el momentum. El documento fue aceptado con unas ligeras modificaciones. El editor consideró que era el momento oportuno, para no dejar poner en sordina el debate de fondo sobre las ideas fuerza que pudieran servir de sostén al nuevo gobierno. Y lo que fuera a venir en el futuro. Abrir las aguas a un nuevo mañana. Un contrato que sería firmado por mi, con las prisas por parte del editor, en unos días de asueto fuera de mi hogar habitual. Había prisa por entrar a maquetación. Y ahí es cuando el proyecto entró en barbecho. El general estío entró en funciones. Que si los correctores, que si las vacaciones, que si la muchacha que tengo empleada está embarazada. Y empezó a correr el tiempo. Los días se hicieron semanas, las semanas se convirtieron meses, y llegaron las cuatro estaciones y los cambios de año en el calendario. Si, había encuentros y reuniones, sobre todo en el entorno de la tienda en Camilo Alonso Vega (que nombre más repulsivo para una calle), cerca de Cuatro Caminos. Disertando de lo divino y de lo humano. Pero sin ningún avance sobre el documento base en el que no se hicieron modificaciones de ninguna clase más allá de las efectuadas por el propio autor antes de ver el visto bueno para su ingreso como proyecto en editorial tantín. La egregia madre del editor era la más entusiasta, lástima que sólo su cerebro fuera lo que estuviera en óptimas circunstancias. La hija fue la señalada, muchos años después, en una postrer visita a la tienda, una vez apartado el padre, que ese libro no se iba a hacer. Como quien despacha al mensajero de JustEat por unos sobaos que ha decidido no desayunar. ¿Contrato? ¿Palabra dada? Papel mojado. Cuestión de carácter. Y de voluntad. O tempora o mores.
“Cantabria, regionalismo y cantabrismo urbano” era el título del texto consolidado el 27 de mayo de 2015. Los tiempos cambian. Los gobiernos vienen y van. Seguramente el libro, hijo de su tiempo, sea una lanza clavada en el tiempo que le vio nacer. Pero habrá quien piense que el sentido de trascendencia que el autor suele usar, puede marcar reflexiones para el presente e incluso el futuro. Por eso mismo se ha decidido que lo mejor que se podía hacer, dada la circunstancia de la petición de un lector en la presentación, justo antes de la pandemia de la novela “Burdinsare el honor de un Berrozi”, contraparte en la ficción de lo conceptualizado en el ensayo citado, debía darse la oportunidad, Amazon mediante. Quien quiera, ahí lo tendrá disponible. Ese libro, único en su especie, en un erial de reflexiones sobre autonomismo, autogobierno, regionalismo, cantabrismo, donde no existen libros en forma de ensayo sobre este tema, iba a haber sido la punta de lanza de otros que pudieran haber surgido como réplica a esa piedra que remueve el estanque. Uno que se prefirió color dorado, para mayor gloria de nuestros Henry y Jane Fonda particulares. Con razón para algunos es Cantabria Gran Reserva. Para mi, en cambio es Cantabria Infinita.