Una perspectiva externa, internacional, con base en una negociación con apoyo de terceros países puede ser útil al seguir plantilla de otros conflictos. Pero de carácter fundamentalmente erróneo, porque elude implementar problemáticas endógenas, con preguntas espinosas. ¿A quién representa el oficialismo? Si partimos del hecho verificable de que las elecciones en Venezuela no son libres, entonces sus resultados no pueden servir de base para apoyar la idea del apoyo al PSUV y sus aliados. En caso de que consideremos este partido como una unidad monolítica, cosa que tampoco hay que presuponer. Pero de igual manera, ¿A quién representa la oposición? Igualmente es difícil de medir si Acción Democrática tiene más peso en sus puntos de vista que Voluntad Popular, por citar sólo dos ejemplos. Por igual realidad respecto que la institucionalidad no puede servir de baremo para ponderar el peso social. Y en este marco hay reflexiones oportunas. ¿Es un duro golpe que de Rusia la gente preparada se haya ido con las movilizaciones parciales? A largo plazo si, pero a corto suponen la desaparición de la masa crítica que puede generar revueltas políticas, la inteligentsia. En el caso de Venezuela la salida de varios millones de personas, como en otros escenarios, supone la salida de gente capacitada, autoconsciente del pozo en el que vive y el cierre de las opciones en su propio país. Y con arrestos y/o posibles de salir del mismo. Que suelen ser los que llegado el momento pueden salir a forzar un cambio profundo. Como en el propio franquismo, quien permeaba la salida de trabajadores a Alemania Federal o Francia, para poder enseñorear pleno empleo. Con el drenaje de población. Esa sangría al venezolano de bien le cuesta su presente y su futuro. Pero al régimen le viene hasta bien, pues la contracción a un 10% del PIB entre 2012 y 2020, mientras la Nomenklatura mantenga su estilo de vida, es soportable. Pues lo soportan otros. No ellos. Y es que los cambios no dependen del exterior. Cual círculos concéntricos, para un cambio de régimen, la parte sustancial se sucede dentro del país. Es en el Zulia, en el estado cojedes, en Amazonas, en Bolivar y, claro, en Caracas, donde está el fiel de la balanza. Y donde todo puede cambiar. O no.
¿Se ha intentado cambiar el sistema desde dentro? Si. La Asamblea Nacional controlada por la oposición es la prueba. Y el resultado evidente de la contra que hizo el régimen para mantenerse dentro de las lindes de Miraflores. Por lo tanto es una vía complicada. Siendo diplomáticos. ¿Significa eso que la abstención es la vía para deslegitimar los resultados? Supondría pensar que el régimen va a mostrar los datos verdaderos y no unos manipulados. Y además, ha habido casos, seguramente considerados menores por el régimen, de victorias opositoras en gobernaciones y alcaldías, que, dado el esquema de falso federalismo, el poder territorial está supeditado al de Caracas. A Miraflores. Una ausencia electoral supone desaparecer, pero jugar todo al hecho electoral, con el drenaje poblacional encima de la mesa, y el juego sucio para lo esencial del régimen, es igualmente no aparecer en la ruta del cambio. Y es que la base es el pueblo que ha retrocedido a encarnar los análisis hechos por el chavismo antes de implantarse el régimen de la quinta república del 1 de enero de 1999 en adelante. Había tres puertas. Mantenimiento del régimen. Apertura mixta. Cáida del régimen. Está claro que el régimen no se quiere hacer evolucionar. Y no parece que vaya a caer, con los datos económicos, la situación social. Afrontar el mantenimiento del régimen es una realidad que desde el exterior no va a ser cambiado sin una puerta que se abra desde dentro del hermetismo del núcleo central del régimen. O en caso de jibarización y minimización del mismo núcleo, por presión, ejercitando una mayoría que se haga notar y no quede otro remedio que su reconocimiento. La vía pacífica y negociada no parece plausible. Por la fuerza interna no parece haber masa crítica. Y la fuerza externa se perdió cuando la Asamblea Nacional podía inferir el aprovaje de la presencia de fuerzas de paz externas, como competencia que le confiere la constitución bolivariana. Para hacer una tortilla hacen falta unos huevos rotos. No se quiso traspasar ningún umbral que el régimen traspasa cada día, en represión y opresión. Respetable posición ética. Pero con consecuencias, como todo en la vida.
¿Cual puede ser la salida? El régimen ha mentido y fracasado. Ha colapsado en todo menos en el control del poder. Pero ese hueco de 24 años no ha pasado en vano. Las promesas celebradas, las instituciones generadas, la constitución realizada y la promesa de la constituyente ponen una siembra que se puede usar. Racionalizar el espacio público pues las misiones, por ejemplo, suponen duplicar el gasto. Si la gente ha entendido que debe buscarse la vida por privado, se le pueden poner ejemplos donde desde un Israel en los años 80, e incluso su adorada Cuba, con los cuentapropistas, se encuentra en la senda que empezó China con el marco de las zonas económicas especiales. El mercado y el capitalismo son la solución. Pero para eso es necesario un estado de garantías jurídicas. Para el régimen no le parecía bien la constitución. Por lo que se puede trillar contra el régimen un discurso constituyente. Desde la base del pueblo segar la hierba bajo los pies del régimen, y ahí generar la masa crítica del cambio. Y para esto no es suficiente una mayoría técnica por la mínima. Y para este camino no es posible transitarlo con elementos de la cuarta república. Sino construir horizonte hacia una sexta república. Donde se juzgue al régimen de la quinta no por sus intenciones, sino por sus hechos. No por sus declaraciones, sino por la ausencia de industria, por el envejecimiento y sobrecarga de PDVSA, donde un país que iba a ser otra cosa sigue siendo uno de renta petrolera. Donde una minoría controla el país. Un poco como aquellos que en verdad controlaban el negocio esclavista en el viejo sur de Dixie, en la Confederación, pero la mayoría, que no tenían una plantación con decenas o cientos, estaban los blancos aún así dispuestos a defender el sistema de castas por sentirse superiores al negro mejor considerado. Percepción y realidad. Y enfrentar desde el análisis desde dentro del propio país.
Una nueva constitución, un nuevo reparto territorial. Democracia, libertad, grandes ideales. Pero Lenin prometió paz y pan. Y todo el poder para los soviets, escondiendo que dentro de los soviets era todo el poder para los bolcheviques, y dentro de ellos, para el mismo. Lenguaje, importante. Promesas realistas de un país nuevo, con los mimbres de lo existente. Que siempre pueda adaptarse a las circunstancias cambiantes. Con amigos y aliados fuera, claro, en donde dinámicas internars se puedan incardinar, pero la Dinamo está en Venezuela. Y es el pueblo el que diga NO. Y al decir NO, diga un claro SI a otra cosa. Construir esa alternativa es esencial. Y saber una verdad clara. Se ha demostrado que el régimen quiere mantener el poder a toda costa. No va a cederlo ni negociarlo. Negociaciones sectoriales dentro de un marco prefigurado por una de las partes es derrota adelantada. O aprovechamiento de lo que se obtenga. Y ahí estarán Rusia y China para sacar tajada, lo mismo que hacen en África. Pensar en salir de la caja. ¿Hay posibilidades? ¿Hay masa crítica? ¿Que modelo de sexta república puede ser encarnado por un cuerpo de venezolanos que pueda demostrarse una mayoría social en venezuela? Un proceso que tendrá que ser contra el régimen. Y sin el régimen. Hasta que, en un momento, si la cosa funciona, parte de los de adentro piensen que sus privilegios potenciales no compensan frente al beneficio de dejar pasar la democracia. Pero sólo entregarán la cuchara cuando ya la hayan perdido.
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