Me confieso poco amigo del metalenguaje jurídico y de los finos análisis de la realidad desde perspectivas politológicas, históricas y/o enrevesadamente legales. Hay días que lo achaco a mis propias limitaciones y otros a mis propias elecciones. Vamos, como casi todo el mundo. Pero es que, en general, tales constructos intelectuales me parecen poco prácticos y escasamente inteligibles para la inmensa mayoría de la población que, por suerte o por desgracia, no son tan leídos como el autor del artículo de turno.
Ahora bien, si me pidieran que resumiese rápida y muy brevemente el mensaje emitido por el Tribunal Constitucional Español en su sentencia sobre el Estatut, me quedaría con un solo elemento de análisis, con “el conzeto”. Con la negativa a aceptar a Catalunya como nación. Por extensión, con la negativa a aceptar, dentro del Estado español, otra nación que la española. Con la definición, en suma, de nación y de soberanía.