No andan muy finos los bilrdurtis con sus referentes, la verdad. Claro que cuando se es una secta que ha renunciado una y otra vez a todos sus principios y sólo vive de la coprofagia pancartera, pasan estas cosas.
El heredero del régimen, designado al más puro estilo norkoreano por el comandante Hugo Chávez Frías, explicita sin rubor aquello en lo que se va a convertir el referente de los revolucionarios distópicos patrios: un simple mesianismo en el que Chávez es Dios, el Gordo Otegi no se sabe qué, Rufi su profeta, Permach el Judas traidor que espera a la mínima para deshacerse del incómodo “amado líder Otegi”, Pernando el apóstol Pablo (“Agente, no me empapele que he quitado el logo de Batasuna del cartel que me obligan a portar”) y lo demás unos simples voceras, prestos a peregrinar ridículamente a la Nueva Meca del revolucionarismo de postal.