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Emoción y pasión contra el método científico. Hay quien piensa que no es posible tener cosas objetivables en lo que sucede en torno a los humanos, pero se equivocan pues hay hechos que pueden ser tomados como referencia, toda vez que el reto de trasladar eso a un relato es algo completamente diferente, y es que también en las ciencias sociales es plausible mantener el hecho de la ciencia donde pueda ser descendida a nivel óseo y en el esqueleto poner las bases identificables para cualesquiera cuerpo interpretativo posterior, pudiendo cualquier investigador distinguir el grano común de la paja particular. Los hechos sucedieron, son mojones de un pasado existente, luego hay que saber no ya interpretarlos, sino, previamente, ponerles en el debido contexto. Órden lógico de las cosas: mirar los hechos, formular hipótesis, buscar verificarlas y si hay que modificarlas antes de convertirse en teorias, que en ciencia es lo que está probado, se hace, sin apriorismos, que es lo que en política llamaríamos dogmatismos, las más de las veces ideológicos, que no sólo te impiden ver el bosque, sino que en los anagramas de lo que debe ser sabido está implícito que ese bosque ni existe ni nunca existió ni debe existir jamás. E pur si muove.

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Un sistema de democracia liberal como el que se dispone en occidente permite que entren en juego lo que Karl Popper denunciaba en su clásico libro “De la sociedad abierta y sus enemigos”, abriendo la puerta a que gente como los Cinco de Cambridge (quizás el más conocido sea el señor Kim Philby) exploren las vías para hacer servicio desde dentro a una potencia extranjera al más puro de un Walter Wakoning cualquiera. Por eso resulta enternecedor más nunca sorprendente el hecho de que haya gente que en base a la contradicción primaria y secundaria en el marxisimo y leninismo estén disponibles para poner en cuestión sus propios valores y su propia forma de vida con tal de agradar a quien quieren usar como ariete contra los que mandan en su propio país porque no son capaces de hacerlo variar sin la ensoñación de una intervención desde afuera. Campismo se decía en la guerra fría, y se vuelve a decir ahora, porque esto supone poner lo importante en el frontispicio y no en las raíces.

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precede la de-construcción de los puntos comunes de convivencia

En psicología la proyección nos pone enfrente del espejo donde se dice del de enfrente lo que uno es y hace. Los malos lo suelen usar como medio de auto indulgencia, en la que dios, la historia y la patria nos absolverá como una fórmula de sustraer el juicio de la sociedad. Esos que luego apelan a la misma sociedad solo cuando les es favorable. Cuando vienen mal dadas ponen en cuestión todo lo que haga falta porque no ponen en el frontispicio de lo común lo acordado sino que ahí se encuentra el provecho propio, el mando en plaza, de lo contrario todo es lícito. Y en ese esquema de cosas está el hecho de poner en cuestión la transparencia y limpieza en las elecciones.

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Eusko Alkartasuna no existe desde 2010, de la misma manera que el partido carlista desapareció en la práctica con la transición, por más que en el siglo XXI dicen que ha habido algún momento en que se ha visto una papeleta con sus siglas. Desde 2009 no existe una papeleta con el logo de EA en solitario en ella, y por lo tanto, el partido se ha vendido con armas y bagajes ante quien le solucionó la vida a unas personas y a la cuenta de balance del partido. Pero un partido lo es en tanto en cuanto se presenta a elecciones, como sucedió en la última década, en la que la mitad de los comicios fue en coalición con el PNV, y la otra mitad en solitario. Y esto es así porque algunos siempre estuvieron en contra de cualquier coalición preelectoral, viniera de donde viniera. Y otros estaban dispuestos a poner en el frontispicio el odio atávico y visceral a lo jeltzale por encima de cualquier otra consideración. Por eso Pello va en listas de eHBildu, purgando a su manera, pecados no veniales de obra, pensamiento y sentimiento.

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A los putinlovers se la va a resbalar lo que se diga aquí, pero no es para ellos, sino para quienes aprecian las verdades del barquero por muy incómodas que pudieran parecer. Y es que como en el 300 aniversario de la ciudad de San Petersburgo han echado mano de la bandera de los zares blancos (la imperial rusa), la de los zares rojos (con tito Stalin como segundo mayor genocida de la historia de la humanidad tras Mao Zedong) y la de los zares negros (usando la bandera que el nazi general Vlasov usó y bajo la que combatieron más de tres millones de soviéticos adeptos al tercer reich) la historia entronca el ayer con el hoy. Y también debemos tener en cuenta el hecho de que Putin es un meapilas de la ortodoxia del patriarca Cirilo de Moscú, del que se sirve como Benito en los acuerdos de Letrán de 1929 con el obispo de la ciudad de las siete colinas. En la religión no hay alteridad, no puede haber reconocimiento del otro, porque es justo lo opuesto a la diplomacia. Lo cachondo del tema es que tras Francia el segundo ministerio de relaciones exteriores que se crea es el de Rusia. Ver para creer.

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