El próximo 6 de mayo se cumplirán 70 años del fusilamiento de Luis Álava, nacionalista vasco que presidió el Araba Buru Batzar del PNV. En el arranque de la última guerra civil y durante los primeros años del totalitarismo franquista fue responsable de una red de evacuación de perseguidos políticos y de información a los aliados que llevó su apellido y fue conocida como Red Álava. Localizado él y desarticulada la red, fue detenido. El 5 de mayo de 1943 le comunicaron la sentencia, y el día 6 fue ejecutado.
Distintas voces nacionalistas vascas urgen a que la suya no sea una figura que se olvide en los anales de los tiempos, en libros que no se vuelven a abrir. Los abertzales Iñaki Anasagasti, Iñigo Camino o Rafa Larreina ensalzan la labor de Luis Álava Sautu.
Así, Camino concluye que «sobre Luis Álava y la red de espionaje en favor de los aliados en cualquier otro país se habría realizado una gran película épica de las de época e intriga. Álava sería reconocido como un héroe nacional, y un gran memorial recordaría su fusilamiento y la trayectoria de aquella red de información y ayuda a los presos formada, sobre todo, por mujeres», enfatiza el periodista vizcaino.
EL GRAN DESCONOCIDO A juicio de Anasagasti, el fusilamiento del murgiarra «fue un asesinato premeditado. Había terminado la guerra y hubo una cierta presión internacional para evitar su muerte. Intervino el Vaticano pero el franquismo, fríamente, lo fusiló. Lamentablemente, es el gran desconocido y uno de los grandes héroes de la resistencia a la dictadura. Su compromiso con Euzkadi le costó la vida, y aquella red de informadores que llevaba el nombre de Red Álava debería estar en muchos callejeros de Araba y de Euskadi. Y que cada año lo recordáramos», subraya el político vizcaino.
Larreina da cuenta en su blog de que las primeras noticias sobre la existencia de Luis Álava las tuvo «de forma velada en conversaciones familiares a media voz que escuché de crío, cuando mi ama contaba que a comienzos de la guerra de 1936 en Gasteiz, siendo todavía una niña, acompañaba a mi abuela cuando llevaba la comida a dos personas que estaban escondidas: una de ellas era Don Luis Álava, a quien mi abuela tenía por una excelente persona», reconoce el político gasteiztarra.
Luis Álava Sautu realizó sus primeros estudios, como recoge José Antonio Pérez Pérez, en un colegio religioso de su localidad natal Murgia (Araba). Más adelante, en Madrid (donde se produjo su acercamiento al PNV) y en Bélgica, cursó las carreras de ingeniero agrónomo y químico. Fue socio del Centro Vasco de Vitoria y de Juventud Vasca.
Comunión Nacionalista Vasca lo designó candidato a diputado a Cortes por el distrito de Murgia. Su candidatura sería apoyada por la Juventud Vasca de Bilbao. «Las elecciones, plagadas de irregularidades, darán lugar a importantes protestas, por lo que Luis Álava será detenido en Areta por la Guardia Civil», detalla Pérez en Auñamendi.
Al estallar la sublevación militar de julio de 1936, ostentó el cargo de presidente de la Junta Municipal del PNV de Gasteiz. Fue a finales de 1937 cuando comenzó a funcionar una red de resistencia organizada por Pepe Michelena a instancias del propio lehendakari, José Antonio Aguirre. «Su función consistirá en prestar ayuda a los presos nacionalistas, mantener las líneas de comunicación entre las cárceles y el exterior, impedir la captura de militantes y simpatizantes escondidos, facilitando su huida a Francia, y transmitir información a las embajadas de los países democráticos sobre las condenas de muerte», matiza Pérez.
Luis Álava desarrollaría una importante labor facilitando apoyo a los presos políticos y sus familias. Todo ello no pasaría inadvertido a su primo, el dirigente nacionalista Juan Ajuriaguerra. Álava fue nombrado secretario general de la organización interior. En la red utilizaría diferentes nombres como Vicente, Victorino o Venancio. La red, con gran presencia de mujeres, se extendería a Burgos y Galicia, y mantendría contactos con los sacerdotes vascos presos.
Entre 1937 y 1940, la red dirigida por Luis Álava consiguió enviar al Gobierno vasco en el exilio un importantísimo volumen de información que, a su vez, sería remitida al Ejército francés. La entrada de las tropas alemanas en París y la ocupación de la sede del Gobierno vasco propiciaron la caída de los integrantes de la organización. La incautación de importantes documentos comprometedores en la sede de Eusko Jaurlaritza en París y el retraso de sus responsables en comunicar esta circunstancia a la dirección del Servicio Interior resultaron decisivos para determinar el futuro de Luis Álava, que fue detenido en Gasteiz el 2 de enero de 1941. Le fueron incautados un aparato emisor de radio y cierta cantidad de dinero.
Tras los primeros interrogatorios, intentó descargar la responsabilidad de la red sobre un nacionalista recientemente fallecido, algo que no evitó la caída del grueso de los miembros del aparato clandestino. Fueron detenidos 28 activistas, de los cuales 21 fueron procesados en un Consejo de Guerra. La vista se celebró el 21 de junio de 1941 bajo la acusación de «adhesión a la rebelión».
FUSILAMIENTO La sentencia se comunicó durante la noche del 5 de mayo de 1943, y sería en la mañana del día 6 cuando los hombres de Franco lo fusilaran esposado junto a Andrés Asiain, preso comunista. Papeles de la época a salvo en la Fundación Sabino Arana dan a conocer ese episodio en cuatro páginas bajo el epígrafe «Muerte de Luis Álava». «El lunes 3 se supo que había sido incluido en la lista de fusilados de esta semana y, a pesar de las muchas peticiones de indulto que por él se habían hecho, la de Nuestro Santo Padre, las autoridades de Vitoria y las de mucha gente en particular, nada pudo conseguirse; la cosa, según dicen, no tiene remedio».
El abogado, según se lee en los documentos, solicitó poder recoger el «cadáver de Luis», lo que fue concedido. «Su ejemplo en la cárcel fue tal que todos lo querían. Lo que le enviaban, lo repartía siempre. Al pasar por la celda de los condenados, todos lo abrazaban, y lloraban al ver que perdían a un hombre tan noble», rezaba el texto.
Resulta urgente para nuestra historia recuperar, publicar y difundir, claramente y sin ningún tipo de complejos, todo lo realizado por nuestros héroes en aquellos tiempos durante la guerra, el franquismo y la mal llamada transición, para evitar el olvido y mantener la memoria. Por dignidad, como pueblo, y porque se lo debemos.
La Red Alava fue la punta del iceberg de todo un sistema de información y organización que montó el Gobierno Vasco durante el primer franquismo y la segunda guerra mundial, que culminó con las grades huelgas políticas antifranquistas de 1947 y 1951, los primeros desafíos cívicos al poder fascista dentro del estado español.
Miles de personas en las cuatro provincias vascas del sur, en Iparralde y en Madrid y diferentes partes de Francia trabajaron para el Gobierno Vasco en múltiples tareas. Quisiera destacar a los hermanos Mitxelena, de Irún, que a las ordenes del Lehendakari Agirre organizaron la red del interior y la unieron con otra del exterior. Fue su red la que llegó, mediante el escritor católico Francois Mauriac, hasta la propia presidencia de Vichy, el general Petain, para mediar por los detenidos de la red Alava. Gracias a esos esfuerzos no se fusiló a todos sus componentes -y tengamos en cuenta que la labor que hicieron fue enorme y muy destructiva para el régimen franquista y daban esa información a un gobierno extranjero, el de Francia antes de la conquista alemana.
Gloria a los héroes.